OPINIÓN | Bouldini: en mi cabeza sonaba espectacular
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OPINIÓN | Bouldini: en mi cabeza sonaba espectacular

OPINIÓN | Bouldini: en mi cabeza sonaba espectacular

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Son ya muchos años de carrera profesional en las que mi valoración sobre un jugador, un fichaje o un equipo ha terminado por ser errónea. Quizá por eso, al menos en parte, me encuentre aquí escribiendo estas líneas y no en algún despacho eligiendo futbolistas para conformar una plantilla de fútbol profesional. En todo caso, lo que eso me ha enseñado es a ir de cara. A reconocer cuándo estoy equivocado. Por eso no me sale engañarle: en mi cabeza, Bouldini sonaba espectacular.


Sí. Yo fui uno, sospecho que de los pocos, más teniendo en cuenta los que se tiraron del barco y ahora no ejercerán examen de conciencia con la misma transparencia, a los que el fichaje del delantero marroquí por el Dépor le pareció un buen movimiento. Especialmente teniendo en cuenta un contexto de mercado en el que los mejores delanteros de la categoría ya estaban atados por sus respectivos equipos.


Así que, como obviamente no tengo el mismo ojo que Alfredo Merino para ver en Joaquín Panichelli a ese killer que cada año acaban encontrando en el Mirandés, tenía claro que, por trayectoria y rendimiento en la categoría de plata (21 goles en 59 partidos como titular), Moha era el mejor delantero al que podía aspirar un Deportivo que miraba cómo sus colegas de ascenso apostaban por jugadores llegados de Primera RFEF como el Córdoba en el caso de Obolskii, arietes todavía menos probados en plata como Baturina en el Málaga, o directamente las apuestas extranjeras del Castellón. Seuntjens y Flakus, dos de ellas, están hoy de vuelta en Países Bajos y compartiendo equipo con Davo y Alcaina en el Real Murcia, respectivamente.


Porque además de un pedigrí al que un recién regresado al fútbol profesional difícilmente puede acceder, Bouldini encajaba a la perfección en el molde de delantero que necesitaba el Deportivo. Al menos este Deportivo de los Yeremay, Mella, Lucas y que tanto partido le había sacado a Barbero. A sus goles, pero también a su capacidad de señuelo para centrar las miradas de la defensa rival ganando tiempo y espacio para la segunda línea. Sobre el papel, Idiakez recibía una versión todavía mejor de la referencia que necesitaba para hacer encajar las piezas de su puzle.


Pero no. Al final todo se quedó precisamente en el papel. Imagino la desilusión que puede sentir usted con la temporada del atacante deportivista. Ahora póngase en mi piel. Porque si esperas una decepción, nunca estarás decepcionado. Pero los que, como yo, pensamos que el Dépor había encontrado su ‘9’ para los próximos años, hemos recibido un golpe todavía más duro.


No ha dado resultado Bouldini y probablemente sus números, un tanto en 567 minutos, ni siquiera sean lo peor de su temporada. El punta nunca ha dado la sensación de haber adquirido la más mínima química con sus compañeros. Nunca ha puesto sobre la mesa algo más que goles para que se lo valorase positivamente mientras los goles no llegaban. Y, lo que es más preocupante, ha dejado pasar oportunidad tras oportunidad como dejó pasar la última en La Romareda. En mi cabeza sonaba espectacular… seguro que en alguna más. Yo al menos no tengo problema en venir aquí a reconocerlo delante de todos.

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