Después de casi 60 años viendo pasar la vida y el baloncesto coruñés, uno piensa que hay ciclos y estilos que se repiten; y Pablo de Amallo me trae al recuerdo presidentes del primer club de la ciudad. No muy gratos.
No soy amigo de sacar el Santo Reproche de procesión, no contemplo la crítica destructiva. Y menos cuando las evidencias son palmarias, no dan opción a réplica y ponen en el foco al responsable de semejante apagón del Básquet Coruña.
De Amallo asume la presidencia el pasado 17 de diciembre, cuando el equipo iba décimo quinto, con un balance de 4-7. Es cierto que entra en un club ACB, pero la ACB no entró en él. No entendió que en la alta competición el tiempo pasa a gran velocidad y nadie te espera. En su momento pedí que había que tomar decisiones con urgencia. Allá por diciembre. Equipos como Girona, Lleida, Breogán, Granada habían empezado a tomar decisiones con suma velocidad. El resultado fue el despegue de casi todos esos equipos en la clasificación.
Llegó Heurtel, y en su presentación el presidente dijo “lo que te tenemos que tener es paciencia. No tenemos especial prisa por incorporar a cualquier ‘3’ o ‘4’”. Sin prisa y con paciencia, las derrotas seguían cayendo.
El 24 de diciembre se deja marchar a Figueroa sin tener recambio... hasta la llegada, el 8 de febrero, de Núñez. Y, por lo poco visto, sin luz, ya que casi nada ha jugado y aportado. Me pregunto si este jugador es uno de los fichajes “cualquiera” de los que hablaba De Amallo. El 4 de marzo llega Silins para cubrir la baja de Lima, lesionado el 7 de diciembre. Otro apagón, este de tres meses y 11 partidos. Faltando nueve, caen Thompkins y Heurtel, y el 24 de abril el presidente declara que no habrá más fichajes. El apagón se consuma.
No se puede contemplar como culpables de la situación ni a los jugadores ni a Epi. Y menos después de ver la tremenda generosidad de esfuerzo de los primeros y los magníficos planes de partido de su jefe en los últimos cuatro encuentros.
Creo que el señor De Amallo desconoce la historia del club, en el cual nunca se contempló el imposible. Siempre se supo que lo único que sí existía era no intentarlo. Desde su nacimiento se luchó por conseguir que los imposibles se convirtieran en posibles. Y desde siempre, la lucha, la planificación, la imaginación, la anticipación e intentarlo hasta final fueron banderas que enarboló y trasmitió.
De Amallo tenía que ser el líder, como su antecesor, pero solo ocupa el puesto sin serlo. ¿Rebote? El que tenemos los que seguimos a un equipo con falta de efectivos
Se puede apreciar en sus declaraciones del 27 de marzo que, a falta de una decena de jornadas, da casi por sentado el descenso. “Siendo realista”, dijo. Dando la sensación de que el dinero lo guardará para el que él llama “el rebote” y subir. Seguimos con el apagón, que impide al presidente ver que detrás hay 8.000 que hicieron un esfuerzo económico. Y las empresas e instituciones que apoyan este proyecto. Pero él habla de que, en Primera FEB, con tener 4.000 está bien. El superávit lo generaron esos 8.000, las empresas y las instituciones. Para estar y permanecer en la ACB. ¿Cómo explicará que habiendo superávit no se invirtió en fichajes a falta de 10 jornadas?
Cuando arrancó esta temporada, un sueño de 55 años para volver a tener A Coruña en la ACB, quería disfrutar. pero en mí anidaban dos cosas: el temor de un mal futuro, como sería descender; y el recuerdo de un mal pasado como fue el descenso del Bosco. Creí que las había eliminado. Pero De Amallo ha revivido tanto el temor como el recuerdo.
Cincuenta años de baloncesto me enseñaron que un líder tiene que trasmitir esperanza. El que conoce el camino, lo sigue y lo muestra. Pero, con frecuencia, los que tienen que ser líderes se equivocan y muestran debilidades como falta de comunicación, resistencia a los cambios, lentitud en la toma de decisiones, falta de visión y de anticipación. De Amallo tenía que ser el líder, como su antecesor, pero solo ocupa el puesto sin serlo.
Nos transmite el efecto rebote. Cuando el enfermo aún está vivo. ¿Rebote? El que tenemos los que vamos al Coliseum y seguimos por televisión a un equipo con falta de efectivos, por la incapacidad y el desconocimiento a la hora de decidir. Si el señor De Amallo siguiese la Primera FEB, sabría lo complicadísimo que es salir de ella. Y quizás entendería lo que podemos perder todos y la ciudad.
Dijo el poeta Mario Benedetti: “Si todo lo que ofreciste no alcanzó, ofrece tu ausencia. A veces, retirarse es el mayor acto de dignidad y respeto, hacia uno mismo y hacia los demás”. Ahí lo dejo, Pablo de Amallo. Y si por pasas cerca del rincón de pensar, párate un ratito y dale al botón de pausa. Pero será siempre tu decisión.