Los anónimos del deporte
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Los anónimos del deporte


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En cualquier tipo de disciplina deportiva existen varios sectores a cual más importante y necesario. El primer grupo lo forman los propios participantes, jugadores, entrenadores, técnicos y jueces, que son los que gozan de popularidad y salen con frecuencia en los medios de comunicación. En segundo lugar pondremos al público, que como espectador y seguidor de su deporte o deportes preferidos, disfruta y apoya sus colores tanto anímica como económicamente, haciendo que su concurso sea imprescindible para la continuidad de muchas entidades deportivas.


Existen también otros sectores importantes, como pueden ser las entidades públicas y privadas que con sus ayudas y patrocinios mejoran el desarrollo de las competiciones y hacen posible el profesionalismo en el deporte. O los medios de comunicación que informan puntualmente de dichas competiciones y de sus protagonistas.


Pero unido a todos ellos, existe un sector que denominaré “anónimo”, que nunca solemos valorar en la medida que se merece. Me estoy refiriendo a aquellas personas que de una u otra manera dedican su esfuerzo para que otros realicen la práctica deportiva, pero ocupando un papel secundario ya que no marcan goles, no obtienen récords, no dan entrevistas ni firman suculentos contratos profesionales.


Me referiré a algunos en concreto, pero seguramente los lectores podrían añadir muchos más. Todos conocemos a directivos del fútbol modesto y de otros deportes minoritarios en general, que han estado media vida trabajando desinteresadamente para su club, en tareas tan domésticas como trasladar a los jóvenes deportistas en su coche a entrenamientos y competiciones, o encargarse del mantenimiento del material, entre otros menesteres. Lo mismo podríamos decir de los que se dedican al arbitraje en las competiciones de fútbol de peñas y de otros deportes minoritarios, cuyos nombres nunca saldrán en las crónicas deportivas. Y no menos importante es la labor de los que se encargan de los espacios donde se practica el deporte, como polideportivos, piscinas, campos de fútbol, etc., soportando muchas veces críticas y largos horarios de trabajo. También calificaremos como anónimos a los padres y madres, con hijos deportistas, a los que desde muy pequeños acompañan a sus competiciones con madrugones, kilómetros y mojaduras, facilitando así que puedan celebrarse muchas de estas competiciones.


Pero, para finalizar este pequeño homenaje a los que yo considero anónimos, citaré un par de ejemplos dentro del deporte profesional que me vienen a la memoria: Por un lado quiero resaltar al encargado de material -antes se decía utillero- del R. C. Deportivo, el incombustible Suso, poseedor de una de las mayores colecciones de camisetas de todo el país, que ha dedicado muchos años a mimar el vestuario blanquiazul con gran celo y eficacia. El otro ejemplo es el de su homólogo en el H. C. Liceo, el bueno de Fran que como en el caso anterior cumple su anónimo cometido, -ahora auxiliado por Pili-, con gran profesionalidad y entusiasmo, y sin los aplausos y reconocimiento que todos los citados se merecen. A ellos y a todos los anónimos o invisibles dentro del colectivo del deporte, va dedicado este artículo.

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