Ahí está de nuevo el Deportivo, en esa situación que tanto nos atribuyen a los gallegos de no saber si subir o bajar. El mismo punto de partida de hace unas semanas, pero tras recibir un revés que ha bajado a muchos de la nube. Los golpes curten. Por las buenas o por las malas. Todo era mirar hacia arriba después de pasarle por encima al Almería en una media hora brillante. Después de Oviedo el mensaje era diferente. Más cauto. De no mirar en ninguna otra dirección que no sea al frente.
El último susto le ha sentado bien a un grupo que, en todo caso, no debe confundir tener la cabeza en el día a día con dejarse llevar. Son tres meses de competición los que quedan por delante. Sería peligroso para la temporada en curso y, sobre todo, enrarecería el ambiente en un final de campaña que debe ser tranquilo para sentar las bases de un proyecto de futuro que debe dar un paso adelante en la 25-26.
El calendario le ofrece al cuadro coruñés en las próximas semanas la posibilidad de matar dos pájaros de un tiro. Se enfrentará a rivales que transitan por la zona media y a otros que ya agonizan con la posibilidad de dejar la salvación vista para sentencia y, al mismo tiempo, mantener el ritmo de puntos actual para ver cómo se reordenan los aspirantes al ascenso antes de la recta final.
La historia reciente en Segunda libera de presión al Dépor, que ya sabe que para plantearse la utopía de pelear por algo más que permanecer en el fútbol profesional tendría que completar una gesta nunca antes vista. Entonces, ¿para qué perder tiempo y energía haciendo cuentas? El equipo está a punto de ganarse el derecho a esa sensación que siempre buscan los futbolistas de poder jugar sin tener en cuenta las consecuencias del resultado.
13 partidos tienen por delante Óscar Gilsanz y los suyos, los mismos mimbres para trabajar que tenían los Girona, Alcorcón o Valladolid que seguramente a estas alturas tampoco contaban con jugar en el mes de junio. Sería un error bajarse de la bici en estos momentos, por más que el objetivo nunca deba ser la meta y sí la siguiente etapa. Es esa ambición bien entendida la que debe guiar al Dépor para encontrar pequeños retos que le permitan hacer el camino. Como ser uno de los mejores recién ascendidos, por ejemplo. Este viernes contra el Córdoba en Riazor tiene la primera oportunidad.