Eminencia española de la medicina deportiva, y exkarateka de éxito (“tengo mis medallas nacionales e internacionales”, Rafael Arriaza, coruñés de pro aunque nacido en Madrid en 1960, organizó recientemente dos congresos en la ciudad; uno de ellos supuso su despedida como presidente de la Sociedad Española de Traumatología en Deporte.
Califica ambos de grandes éxitos y presume de que se hayan celebrado en A Coruña (“una ciudad muy sexy para los de fuera”). Departir con él equivale a leer una enciclopedia de la especialidad por la cual fue, en 2009, distinguido con la Medalla de Plata de la Real Orden del Mérito Deportivo.
Pase y lean.
¿Cuándo te estableciste en A Coruña?
En el 90. Cuando llegué aquí la cirugía artroscópica era prácticamente desconocida. Uno de los primeros pacientes que operé fue un futbolista semiprofesional. Es una cirugía con una recuperación rapidísima. En un mes estaba jugando. Fue a la mutua a pedir el alta y le dijeron que cómo podía ser que le hubieran quitado el menisco, si no se había dado cuenta de que lo habían engañado, que por ahí (dos pequeñas incisiones, una para el bisturí y otra para una microcámara) no se podía quitar un menisco.
“Alguien me dijo una vez que en todas las profesiones sólo hay tres tipos de profesionales: buenos, malos y delincuentes. Y tenía razón”, subraya al hilo de los errores, por dejadez o desconocimiento, que cometen algunos médicos.
Tú dilatada carrera incluye casi todos los clubes importantes de la ciudad. ¿Cuál fue el nivel vinculación con cada uno de ellos?
En 1994 ó 1995, el Deportivo me ofreció ser el jefe de sus servicios médicos. En aquel momentó lo decliné, porque entiendo que un traumatólogo no es la figura que tiene que vijar con un equipo, que necesita un médico del deporte, una cosa mucho más general. Y además, en un deporte como el fútbol, un traumatólogo ‘in situ’ puede hacer muy poco. Hay deportes que son diferentes, en los que la competición es muy breve y que a lo mejor hay cosas que puedes arreglar para que al menos el deportista pueda seguir. Así que me mantuve en la estructura del club, pero en segunda línea. Y así seguí hasta que la caída de categoría del club obligó a rejustar y reordenar a todos los trabajadores. Desde entonces soy un consultor externo.
Con el Liceo tengo mucha relación, y con el Basquet Coruña, siempre como consultor externo. Es una labor relativamente cómoda porque son deportes donde las plantillas no son tan grandes y no tienen un gran volumen de lesiones.
“Yo siempre digo que los médicos somos como las ferias: cada uno habla de nosotros según le va en la feria. Y si tu feria es medianamente buena, hablarán bien de ella y siempre tendrás trabajo”, apostilla entre temas.
¿Eres más de basket, de fútbol, de hockey...?
Me gusta mucho ver fútbol y me gusta mucho el rugby bien jugado, pero no me pones a ver un partido de baloncesto y me engancho en el minuto uno. Me pones uno de hockey y empiezo a dar saltitos enseguida (risas). Algunos nos pueden dar un poco igual, pero creo prácticamente todos, a partir de un cierto nivel, enganchan a todo el mundo. En mi profesión, en mi campo yo tengo que conocer el deporte, porque muchos de los problemas que tienen los deportistas vienen por la técnica.
Muchos deportistas profesionales me han dicho que el deporte profesional es insano. ¿Es correcto?
Es cierto. El deporte profesional lleva a algunas zonas del cuerpo al límite. Hay deportes que son asimétricos, y aunque no lo sean de manera global, llevan a a las articulaciones al nivel máximo de exigencia. Haces la estadística de, por ejemplo, exolímpicos, y el procentaje de atletas que han tenido que ponerse protésis de rodilla, cadera, etcétera, es mucho mayor que en la población general.
Ahora bien, en los últimos años lo que se ha demostrado también es que, en contra de lo que se pensaba, que fallecían antes, la expectativa de vida ha subido y son más longevos que la población normal. Afecta a huesos, tendones, músculos..., pero esa forma de vida es saludable y por eso muchos de ellos consiguen una calidad de vida importante.
Alguien me dijo una vez que en todas las profesiones sólo hay tres tipos de profesionales: buenos, malos y delincuentes. Y tenía razón
Por ejemplo, en el último Mundial de fútbol. El pico máximo de lesiones fue el día del partido de las leyendas (risas). Hay mucha gente que es muy competitiva y se niega a dejar de competir a un nivel que su cabeza le pide pero su cuerpo no le da. Si eres un deportista de un nivel muy alto, que asumes que ya no eres top-10 en el mundo y que tu época de competir a muerte se acabó, puedes reciclarte a otros deportes, y eso te permite una calidad de vida importante.
O sea, saber dónde está tu pico, y a partir de ahí, o parar o bajar el ritmo...
Yo competí muchos años en karate, y tengo mis medallas nacionales e internacionales, pero hay un momento que no puedo seguir, por eso me pasé a una modalidad ‘más tai chi’.
Más kata y menos kumite.
Exacto. No podía seguir pegándome con la gente. Y busqué alternativas. Pádel, pesca submarina, bici, un poco de basket, un poco de voley... y hasta he jugado un poco al hockey subacuático. Vas probando y te lo vas pasando bien, que es de lo que se trata.
Tengo un compañero, que ahora vive en Canadá, que también hacía karate. Y era muy competitivo. Cuando se retiró le dio vueltas a qué podía hacer para seguir compitiendo y ganando. Analizó deportes y descubrió que el triatlón, sobre todo de largas distancias, es la modalidad en la que hay menos diferencias de tiempo entre los jóvenes y los adultos. Y se conformó con acabar pruebas de ironman por delante de competidores mucho más jóvenes (risas).
Tengo que conocer el deporte, porque muchos de los problemas que tienen los deportistas vienen por la técnica
Por eso yo digo que lo ideal es que cada uno sea campeón olímpico de sí mismo. Conseguir el máximo que tú puedes dar, no llegar al máximo de los demás. Cuando tratamos a un deportista aficionado o a un ‘guerrillero de fin de semana’, a veces lo más difícil es conseguir que entienda su realidad. Cada día tenemos más vías para favorecer la reparación de los tejidos, pero no podemos darle marcha atrás al relojito.
Los ‘guerrilleros de fin de semana’ no son conscientes de que el desentrenamiento existe. Y es invencible. Y muy peligroso. Hay un momento en que tienes que saber que no vas a mejorar y que mantenerte y no perder es mejorar, porque está venciendo al enemigo inexorable que es el tiempo. En general no nos damos cuenta. Hay una cosa que se llama sarcopenia, es lo mismo que la pérdida de masa ósea por el tiempo pero referido a la fibra muscular.
Mi padre decía que un futbolista estaba ‘acabado’ porque “le están adelgazando” las piernas...
Eso es la sarcopenia.Tenía buen ojo. Como el marinero que dice “esta tarde va a llover” cuando tú sólo ves sol. Eso es experencia más capacidad de observación.
El mecanismo por el cual el músculo crece es porque alrededor de la fibra muscular hay una serie de pequeñas células, llamadas células satélite, que son células madre. Cuando entrenas el músculo, lo que haces en realidad es dañarlo. Y esas células son la que lo ayudan a repararse.
El músculo no mejora cuando entrenas, mejora cuando descansas después de haber entrenado, que es cuando se produce ese crecimiento celular. Pero algunas veces, en gente que ha hecho mucho deporte, aunque mejoren más rápido que otros, hay parte de esas células que se quedan dentro del núcleo, una memoria celular que consigue que ese músculo se repare más rápido que otro que tiene que hacer todo el camino.
¿El césped artificial ha variado las pautas de las lesiones ?
Todavía se está estudiando. Son superficies que están muy respaldadas por UEFA y por FIFA. Y a pesar de que han ido mejorando mucho desde aquellas primeras que eran como papel de lija, no quita para que si juegas con tacos, y dependiendo de cómo sea de dura, te puedas quedar clavado más fácil que en césped natural.
En el Barça (de fútbol) hubo una época con muchas lesiones de cruzado. Vino un epidemiólogo australiano que ha estudiado mucho las lesiones deportivas. Lo trajeron para hacer un análisis porque ya había hecho un estudio con los dos tipos de césped que más se usan en Australia, para ver si había dependencia de si estaban más secos o más húmedos. Analizó unos 5.000 partidos. Cuando acabó el estudio en Barcelona, concluyó que no había encontrado nada anormal. Dijo que “aquí se lesionan los de Barça, no los que vienen de fuera, y los del Barça no se lesionan fuera; no entiendo nada”.
Yo digo que lo ideal es que cada uno sea campeón olímpico de sí mismo. Conseguir el máximo que tú puedes dar, no llegar al máximo de los demás
La explicación acabó siendo tan simple como difícil de encontrar. En una de las salas adyacentes al vestuario del Barça habían puesto una máquina vibratoria, y había jugadores que la usaban como activador muscular antes de los partidos. Y eso está muy bien, pero en exceso reduce un poco lo que se llama el control propioceptivo de la articulación. Entonces, salían al campo sin ese control, blanditos, y se lesionaban en los primeros minutos. Pero en el caso de los niños no es así; el problema es que están blanditos, no que salgan blanditos.
¿El auge del deporte popular está disparando el número de lesiones?
Veo alguna gente corriendo a la que alguien debería aconsejarle que no lo haga. Lógicamente, a mayor número de personas practicando deporte, más lesiones deportivas va a haber. Sin embargo, la subida es bastante moderada. Computas el número de personas que ha empezado hacer deporte en los últimos diez años, y el número de lesiones es muy bajo.
Lo que habría que correlacionar es eso con la necesidad médica y farmacológica de esa población en otros ámbitos. Probablemente, a cambio de ese pequeño porcentaje de gente que se lesiona todo el grupo ha consumido menos medicinas y ha tenido más salud. Entonces, en el cómputo general, socialmente es super rentable. Claro, al que le toca la lesión es otro tema. Pero todo tiene un precio, claro.
El deporte profesional ha cambiado muchísimo en el aspecto físico. ¿Ha redundado también en más lesiones, o, por el contrario, ha fortalecido al deportista?
El objetivo del entrenamiento es mejorar el rendimiento y prevenir lesiones. La gran ventaja es que en los últimos años el deporte se ha hecho más físico, entre otras cosas, porque ha mejorado el control. Ahora, nosotros sabemos cuáles son los picos de velocidad de un deportista, cuántos kilómetros ha recorrido, a qué velocidad los ha hecho... Podemos empezar a ver, incluso, si hay una pequeña caída en alguno de esos parámetros y correlacionarlo con algún riesgo de lesión.
Hay un momento en que tienes que saber que no vas a mejorar y que mantenerte y no perder es mejorar
Disponemos de métodos que hasta hace muy poco eran propios de laboratorio muy desarrollado, como lo que se llama la variabilidad del latido: cuando estás acostado tu frecuencia cardiaca es una, y cuando te pones de pie cambia.
Pero hay una microvaribilidad de unos latidos a otros, que aumenta cuando estás fatigado porque nos has dormido bien y tu sistema nervioso no está equilibrado. Y con una serie de datos vas pudiendo arropar al deportista, exigiéndole más pero también controlándolo más. Y, en general, el número de lesiones se va reduciendo. Aunque hay algunas que no, que, desgraciadamente, no somos capaces de reducir.
(continuará)