Un año del último ascenso del Dépor: "Es una cosa que se te queda para toda la vida"
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Un año del último ascenso del Dépor: "Es una cosa que se te queda para toda la vida"

La afición echa la vista atrás y recuerda cómo vivió ese día y las posteriores celebraciones tanto en Cuatro Caminos como en María Pita
Un año del último ascenso del Dépor: "Es una cosa que se te queda para toda la vida"
Los jugadores del Dépor, manteando a Lucas Pérez durante la celebración | Mónica Arcay

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Hace justamente un año se esfumaron de un golpeo todos los malos recuerdos que perseguían al deportivismo desde hacia más de cuatro años. Un golpeo que llegó en el minuto 55 del partido ante el Barça B desde las botas de Lucas Pérez y que mucho antes de ser ejecutado a la gran mayoría de los presentes en Riazor aquella tarde les innundó un presentimiento de que esa pelota iba para el fondo de la red. Era el día. Tenía que serlo. Y no porque llegaban con ventaja en la clasificación y con la tranquilidad de tener todavía otras dos jornadas por delante para conseguir el objetivo, sino porque durante el recibimiento pasó algo que hizo que todos supieran que esa tarde el Deportivo volvería al fútbol profesional: una bengala incendió la parte superior del autobús del equipo.

 

Lo que para otros podría ser un síntoma de mala suerte, para el deportivismo era una clara señal de ilusión: era queimar el meigallo. "Cuando vimos a los bomberos y nos contaron que había fuego en la cubierta del autobús no me lo podía creer, en ese momento supe que ascendíamos", afirma Yago, un aficionado al que rápidamente se le vino a la mente un momento concreto. Y es que ya había pasado en 1991 cuando, también por culpa de una bengala, ardió la cubierta de Preferencia Superior y el equipo coruñés terminó ascendiendo a Primera División y poniendo fin a la etapa conocida como 'longa noite de pedra'. Y de forma similar ocurrió en esta ocasión también. El 12 de mayo del 2024, el Deportivo ascendió a Segunda División poniendo punto y final (por fin) a un largo y duro camino en el barro de la Primera RFEF.

 

El corteo, el inicio de todo

El partido era a las 18.30 horas, pero la convocatoria para comenzar la previa estaba fijada a las 11.00 en la Calle San Juan. Y como no podía ser de otra forma, el deportivismo acudió a la cita. Miles de aficionados se juntaron en las calles durante toda la mañana y a las 15.30 salieron desde el Campo da Leña hacia Riazor. 

"A las once de la mañana ya estábamos allí. Es un día en el que tienes que aprovechar y disfrutar cada segundo. La imagen que se generó en el corteo fue espectacular, ya nos merecíamos volver a vivir algo así", afirma Yago mientras hace tiempo para entrar en el último partido jugado en Riazor la semana pasada contra el Albacete. "Uno de los mejores recuerdos que tengo con el Dépor es ese día del ascenso, sobre todo la parte del corteo hacia el estadio, fue increíble", recuerda otro aficionado.

 

Otros no lo tuvieron tan fácil ya que tenían asuntos pendientes esa mañana, pero nada les impidió conseguir llegar a unirse al resto de deportivistas en el camino al estadio. "Por la mañana tuve el último partido de liga con mi equipo, ganamos 5-1 y luego ya me fui corriendo a comer para poder llegar al corteo", nos cuenta Álex. "Vi a los juveniles del Dépor desde Youtube, comí en un bar de María Pita y luego ya rápido para allí y a celebrar el ascenso", afirma Pablo, otro aficionado.

 

El gol de Lucas, un recuerdo para siempre

En el momento en el que el árbitro señalaba falta a favor del Deportivo y Lucas lanzaba la pelota al fondo de la red de la portería de Pabellón, nadie se imaginaba que un año después el capitán ya no estaría en el equipo. Gracias al de Monelos miles de niños y niñas guardan ahora esa fecha en su mente como el momento más importante que tienen con el equipo de su ciudad, y al ser preguntados por cuál es su mejor recuerdo como deportivistas, en la mayoría de casos la respuesta es la misma: "El gol de Lucas contra el Barça B". Dani, que tiene 21 años también lo suscribe. Y apunta a que otro momento de gloria desbancó: "El gol de penalti de Carlos Fernández al Mallorca que nos mantuvo vivos para entrar en aquel playoff a Primera". No abundan los momentos memorables entre los jóvenes deportivistas, pero para él el 12 de mayo del año pasado fue inolvidable. "Bajamos todos a la Plaza de España, los bares estaban petados, así que pillamos unas cervezas en el chino. Fue un día largo, pero estuvo muy bien", recuerda.

 

 

Muchos consideraban que tenía que ser Lucas quién marcase ese gol tras dejar la Primera División como máximo goleador del Cádiz para subirse al barco de la Primera RFEF y remar como uno más. El playoff ante el Castellón impidió que el cuento tuviera un final feliz apenas seis meses después de su vuelta, pero el pasado 12 de mayo el coruñés fue el autor del tanto con el que tantos deportivistas cerraron un libro que esperan no tener que volver a abrir nunca. "Estábamos de luna de miel, teníamos el partido en el móvil y justo Lucas estaba colocando el balón cuando nos empezaron a entrar muchísimos whatsapp avisando del gol y nos quitaron la emoción, pero valió la pena. Después le dijimos al de recepción antes de hacer el check-in que esperara que teníamos que terminar. Lo celebramos bien", nos cuentan dos deportivistas que se casaron el día que el Dépor ganó en Sestao y certificó sus posibilidades de ascender en casa una semana después ante el Barça B.

 

 

Y al final... ocurrió

El marcador no se volvió a mover en todo el partido, y esa mínima diferencia no dejó a los deportivistas respirar tranquilos en ningún momento del encuentro. Volvían los fantasmas del pasado, habían sido muchos años con todo tipo de hazañas que se volvían en contra y la posibilidad de que una vez más, volviera a salir mal, estuvo presente durante los 90 minutos. Pero el árbitro pitó el final y la vuelta al fútbol profesional ya era una realidad. Se había terminado la eterna pesadilla. "Sentí muchísima emoción. Nos llevamos una alegría muy grande después de sufrir tanto y de todo lo que hemos pasado, fue una explosión de sentimientos.", afirma un aficionado. "A mi me cayó la lagrimilla un poco, mucha emoción", desvela otro.

Al final, todos llegan a la misma conclusión: "Es inolvidable, una cosa que se te queda para toda la vida".

 

Cada uno lo celebró a su manera. El Concello había instalado una fan zone en la explanada del Palacio de los Deportes desde la cual siguieron el partido cientos de coruñeses y a la que acudió la plantilla al finalizar el encuentro. Ya se ha demostrado en multiples ocasiones que el sentimiento por el Deportivo no entiende de fronteras ni de distancias, y por eso a muchos les tocó desplazarse para poder estar presentes en ese domingo tan importante, o seguirlo desde la distancia. "Fui con mi chica y mi cuñado sin entrada a la fan zone viviendo a 120 kilómetros de distancia. Ambos son de Madrid pero yo los hice del Dépor. Comimos juntos, bebimos y disfrutamos. Nos emborrachamos, sufrimos mucho y lloramos abrazados a desconocidos de felicidad", recuerda Marcos García. "Volé desde Valencia con dos amigas, vimos el partido y lloramos juntas. Nos reímos mucho y volvimos a llorar", desvela María.

 

Como podemos comprobar, el hecho de carecer de una entrada no fue un problema para algunos ya que no poder acceder al estadio no les iba a impedir estar cerca de su equipo esa tarde. "Fui desde Ribeira adrede sin entrada solo para ver al Dépor desde la fan zone", cuenta Crujeiras. A otros como a Mariano, en cambio, les tocó seguirlo desde la distancia: "Escuché el partido desde Argentina por la SER. Grité muchísimo el gol de Lucas".

 

 

Una celebración que se prolongó en el tiempo

La alegría y las camisetas del Deportivo reinaban esa noche por las calles de A Coruña. "Estuvimos todo el día en la calle, qué bien lo pasamos... ojalá volverlo a repetir", recuerda con nostalgia Nerea. Esa noche la celebración se quedó relegada a la fan zone y a festejar un rato con los jugadores que desaparecieron poco después de subirse al escenario. Todos los aficionados tenían en mente las dos históricas tradiciones que esa noche no pudieron disfrutar: ir a la fuente de Cuatro Caminos y el recibimiento en María Pita. "Fue una pena que no se hiciera ese día... al final llevábamos mucho tiempo esperando ese momento y por problemas entre el club y el Concello no pudo ser, pero bueno, lo celebramos más tiempo", afirma Yago.

 

Y tanto que hubo que esperar para poder disfrutar de ambos momentos. El 25 de mayo después del partido ante el Real Unión fue cuando por fin equipo y afición se dieron cita en Cuatro Caminos y al día siguiente se llevó a cabo la recepción en el Concello. "El día de la fuente lo recuerdo como uno de los mejores de mi vida, fue increíble", desvela Ana, una aficionada que reconoce que no podía parar de llorar al ver lo que estaba viviendo. "Fue mucha emoción y sobre todo muchas ganas de jugar en una división más, a seguir y a intentar subir a Primera la temporada que viene", finaliza otro aficionado.

 

 

 

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