Todo lo que rodea al Deportivo poco o casi nada tiene que ver con un equipo de Primera RFEF al uso. Solo hay que ver lo que mueve el equipo cada fin de semana, a nivel mediático y cuando juega a domicilio con los masivos desplazamientos y cuando lo hace en el Abanca-Riazor, donde cada vez pueden acudir más seguidores.
Parece, según las declaraciones de Borja Jiménez y de los jugadores después de la derrota ante el Real Unión, que dentro de la caseta está claro que la consigna es la correcta, que hay que seguir compitiendo así y entonces las victorias llegarán. Porque realmente el sábado si la pelota no quiso entrar no fue porque el Depor no lo intentase una y otra vez.
Pero, al igual que en otros partidos a los coruñeses les llegó con una ocasión para ver puerta y ganar, esta vez probaron el otro lado, el de intentarlo una y otra vez y no lograr más que un gol, pese a ser dueños y señores de la posesión y de las oportunidades.
Lo que me preocupa no es tanto cómo está la confianza de jugadores y cuerpo técnico, ya que todo apunta a que han armado un grupo fuerte y consolidado, consciente de que en la campaña habrá reveses, como lo que pueda ocurrir en torno al equipo. Demasiado ruido, cabos por atar (la renovación de Noel, el tema estrella de las últimas semanas) y que puedan aparecer viejos fantasmas de problemas sufridos en otras campañas, tras un bache que se prolonga ya tres jornadas.
La nota positiva, que queda mucho y que no se atisban, al menos de momento, esas dudas en el Deportivo. En el entorno y en los medios, parece que la nota general es que la confianza sigue intacta, algo fundamental tras años en los que el más pequeño revés se convertía en histeria.