En el bazar que es este mercado estival, los jugadores de fútbol se convierten en gangas o en productos de lujo. Se habla de ello en términos de mercancía que se puede devolver. Se convierten en moneda de cambio para lograr otras piezas más codiciadas o como parte de un complicado entramado de trueques.
Muchas veces forman parte de enrevesadas operaciones, en las que intervienen varios agentes, y cuyo objetivo final a veces no son ellos mismos, sino el hecho de lograr otro, convirtiéndose en instrumento para un fin.
Que se lo pregunten sino a Morata, que formó parte del plan urdido por el Manchester United para hacerse con los servicios de Lukaku. Se despersonifica al futbolista, que pasa a ser solo una cifra o una cuantía por la que se paga. Un producto que tiene un precio. Nos familiarizamos con palabras como cláusula de rescisión, del miedo, por objetivos, renovación automática tras X encuentros...
Todo un lenguaje propio para un momento previo a la campaña en el que parece que todo vale. Jugadores que llegan a pasar reconocimiento médico y acaban en otro club (como le pasó al Deportivo con Álvaro Vázquez, que acabó en el Espanyol) son algunos de los casos de un 'circo’ que tiene sus propias reglas.
Bienvenidos al espectáculo del verano, con sorpresas no siempre agradables
Una época en la que por cada noticia cien por cien fidedigna hay cuatro 'serpientes de verano’. Rumores infundados por medios, por los propios agentes de los jugadores para complicar operaciones o aumentar el valor de sus representados, lo que luego repercutirá en sus propios honorarios.
Un momento en el que prácticamente todo se permite, en el que se van jugadores incluso el último día del mercado, y abandonan sus clubes. Incluso lo hacen después de haberse estrenado en LaLiga (Lucas en el Deportivo) con el consiguiente agravio a los equipos, sin apenas margen para maniobrar.
Un tramo previo al campeonato nacional liguero de 'farándula’ de mucho ruido y pocas nueces y en el que, la mayoría de las operaciones, se resuelven en los últimos instantes. Días duros en las redacciones de los periódicos, complicados también en las oficinas de los clubes, para los directores deportivos, cuyos teléfonos echan humo.
Días de mercadeo, en los que las palabras a veces no son hechos, y los hechos tardan en consumarse. En el que las promesas se rompen antes incluso de rubricarse o una veces selladas, y en los que siempre hay sorpresas, y no siempre agradables, a la vuelta de la esquina. ¡Bienvenidos al espectáculo de cada verano!