El Cerceda es duro y flexible. Es intenso y tranquilo. Es primerizo de un padre veterano. Se ilusiona sin euforia. Corre sabiendo cuando parar. Todo parece fluir a las mil maravillas en O Roxo, el hogar del equipo que más puntos ha reunido en las cinco primeras jornadas de liga en el grupo 1 de Segunda División B.

Es duro porque no cede, porque aguanta las bofetadas. Porque ha digerido como es debido la derrota del único día en el que se sintió forastero en una categoría cada vez menos desconocida. Aquel sábado, el Navalcarnero manchó sus zapatos nuevos provocando un chasco inevitable que se transformó en energía renovable. Es duro porque allí los buenos también corren. Es duro porque lo consigue de local y de visitante. Es duro porque detecta cuándo sí y cuándo no, cuándo apretar los dientes porque están siendo mejores y cuándo darle para arriba porque necesitamos un respiro.

Es intenso y tranquilo. Es primerizo de un padre veterano. Se ilusiona sin euforia. Corre sabiendo cuando parar

Y es flexible porque se adapta a varios sistemas durante diferentes fases de un partido. Rinde con dos o con tres centrales, con uno o dos delanteros. Es flexible porque se adapta al campo del Guijuelo y al de la Gimnástica Segoviana. Es flexible porque produce de igual manera esté 'x’ o esté 'y’ en la banda izquierda. Es flexible porque sabe jugar como colista y, por lo que se ve, también como líder.