Esta semana, coincidiendo con el slogan mundial ‘Back to School’ o regreso al cole, dan inicio la mayoría de las competiciones que agrupan a todos los niños de trece a diecinueve años.
Y este paralelismo no es casualidad, ya que el deporte en general y el fútbol en particular debería de servir para completar la formación personal y dotar de valores a unos chicos que unas veces por culpa de sus familiares más cercanos y otras por sus entrenadores, se olvidan con demasiada facilidad del objetivo fundamental.
El buscar el resultado a cualquier precio y querer hacer de un equipo cadete una mala copia del equipo profesional de moda son los dos errores más graves que empañan y ensucian el verbo único que tendríamos que conjugar en estas edades: JUGAR. Y después ya vendrían los matices aquí aparejados: divertirse, competir, convivir, compartir... pero todos ellos desde el más estricto sentido purista.
El verbo único que tendríamos que conjugar en estas edades es jugar después ya vendrían otros matices
Todos aquellos que vengan con la insana intención de buscar un crecimiento deportivo propio o con la ansiedad añadida de ganar una copa de hojalata o lograr un ascenso por encima de todo, dejándose por el camino todo ese ‘pull’ de cosas bastante más importantes para la vida futura, no deberían de tener cabida en un momento tan decisivo por lo determinante de una edad tan importante en lo que a la formación se refiere.
Por encima de cualquier cosa... son y serán siempre personas. Algún privilegiado, podrá hacer de su profesión la de futbolista. Incluso si eso fuese así, no estaría de más que recordase estos años, como los mejores dentro de su evolución deportiva.
Papás, mamás, abuelitos y tíos varios. Entrenadores y formadores...empecemos por dar ejemplo nosotros.
Pero de verdad.