Como todo parece ir por series, ahora toca la de discutir si se va a autorizar la presencia del público durante la celebración de los partidos de fútbol. En principio parece que el Gobierno, por intermediación del Consejo Superior de Deportes, ha dicho firmemente que no, pero, en la línea de los últimos tiempos, bien podría ser que sí en pocas semanas.
Todo empezó con la negativa de los finalistas de la Copa del Rey a jugar sin público. Por entonces no se contemplaba de ninguna manera que los aficionados ocupasen las gradas, por lo que parecía un capricho tanto del Athletic Club de Bilbao como de la Real Sociedad que su partido se jugase con la presencia de las dos aficiones. Parecía cosa del PNV: nosotros jugamos y los demás, que se fastidien…
Pues esta chocante postura de los clubes vascos contó con el sorprendente apoyo de Luis Rubiales, el presidente de la Federación, que también está empeñado en que esa final se juegue con público. E incluso querían llevarla al año 2021, cosa que no parece que vayan a permitir las autoridades dado que las últimas habladurías se refieren a la posibilidad de que en julio pueda haber un determinado porcentaje de aficionados en las gradas de los estadios. Eso sí –dicen-, o público para todos o para nadie, pero con la igualdad de oportunidades por encima de todo. Ya veremos.
Este tipo de normas está llamado a acordarse entre los sectores políticos, sanitarios y futbolísticos; de lo contrario, el recorrido que tienen es corto y este es un terreno que resulta difícil controlar para el Gobierno, que no puede solventar con un “mando único” la situación y, además, podría quedar en evidencia si toma una determinación que no satisfaga a la mayoría.
De cualquier manera, lo que sí está quedando claro es que el público es imprescindible en el deporte. Se está haciendo patente en las jornadas de la Bundesliga que se llevan disputadas. Al margen de los resultados, la frialdad de los campos hace que la emoción sea la mínima imprescindible e incluso parece que los propios jugadores se encuentran desubicados por momentos.
Por eso, que llegue pronto el fútbol, que llegue pronto con la gente en las gradas y que la normalidad se apodere de todos nosotros cuanto antes. Otra cosa es prolongar los lamentos y dificultar todavía más el comienzo de la próxima temporada. O sea, todos los torneos adelante y acostumbrarse a la realidad del presente.