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Tener frescura da seguridad, tanto física como mentalmente. Prueba de ello es el duelo de ayer en Riazor entre el Depor y el Betis. No fue un partido para enmarcar, ni siquiera para guardar en vídeo. Los béticos, de la mano del conocido Sánchez del Amo, tuvieron muy fácil lo que debían de hacer desde el principio. Defender, defenderse y más defensa. No facilitar el juego local.

Así que el gasto y la presión fue de los blanquiazules. Ya en la primera parte del duelo, el Depor demostró que los últimos dos partidos (Atlético de Madrid y Sporting de Gijón) hicieron mella en sus piernas, así que llegaron al duelo ante el Betis con las fuerzas justas y eso se notó, demasiado. Pocas ocasiones, corriendo lo justo, imprecisión en los pases y falto de ideas para superar el 'autobús' aparcado por los andaluces en el césped de Riazor. Pepe Mel quiso aprovechar la dinámica de los suyos en los dos anteriores encuentros, así que no haber incluido algún refresco en el once inicial pesó.

Para colmo, el Betis en su segundo disparo a puerta en todo el partido, tras un desajuste defensivo, se adelantó en el marcador. Curioso que ocurra cuando Sidnei abandonó el campo por lesión. Más claro, agua. Si en muchas ocasiones habíamos puesto el grito en el cielo por las actuaciones arbitrales, ayer no era el día para poder reprochar nada al colegiado. Fue benévolo en el penalti señalado, que Borges transformó y que valió para empatar y así como para seguir regando la flor de Mel.

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