Un símil muy gráfico ha elegido Paco Zas, el presidente del Deportivo, para afrontar la dura crisis que viene para la entidad blanquiazul. “Hay que remar”, dijo el máximo representante deportivista, tras la reunión con su junta directiva, de la que no se esperaba nada y de la que nada salió. Desde luego, el personaje en el que está puesta la vista de toda la afición no fue, ni mucho menos, el protagonista de la comparecencia ante los medios de comunicación.
Echar un vistazo a la clasificación causa miedo, sobre todo porque el pesimismo se ha apoderado de la afición, que ya no cree en nada ni en nadie. Por eso, a los aficionados les suena a hueco cuando les dicen cosas como que “ahora, con dos partidos asequibles, es hora de iniciar la remontada”. Como si el colista no fuese precisamente el más asequible de todos, por eso ocupa la peligrosa posición en la que está.
Van doce jornadas disputadas y el Deportivo solamente ha ganado un partido, y de casualidad. Por eso tampoco se entiende muy bien esa corriente de optimismo desmesurado –representado principalmente por el entrenador recién llegado y por los jugadores Dani Giménez y Borja Valle-, por el cual se sigue enviando a la afición el mensaje de que esto es pasajero, que el equipo sigue aspirando a subir a Primera División. Se ignora la cruda realidad y eso está cercano al engaño. Estoy completamente convencido que nadie en la plantilla habla ni siquiera de colarse entre los equipos de play off. Pero, bueno, ya se sabe que la cara que se presenta ante los medios informativos es muchas veces distinta de la que se muestra en el vestuario, como ocurre en tantos ámbitos de la vida.
Sí echamos de menos, tras la reunión de la directiva, una reacción de mayor contundencia y no tan plana como la que se produjo. Sin duda, los dirigentes blanquiazules se han visto desbordados por las circunstancias, que han caído de golpe sobre la institución y para las que nadie estaba preparado. En el pasado recordamos situaciones todavía peores, de las que finalmente se pudo salir aunque fuese con sangre, sudor y lágrimas. Ésta podría ser una buena oportunidad para el nuevo presidente, para deshacer esos rumores que lo sitúan a la sombra de otros, a pesar de que ciertas actuaciones –que hemos detallado en esta columna- hagan pensar lo contrario. Paco Zas está aguantando lo suyo, es natural, y ahora no encuentra los apoyos públicos que necesitaría para estar más tranquilo. No dudamos, desde luego, que si logra enderezar la nave (ya que habla de remar), todos los que ahora callan saldrán a jalearlo porque siempre gusta más estar al lado del vencedor que del perdedor. Pero para que algo de eso ocurra hay que tomar la iniciativa y que las cosas se den verdaderamente bien.
Y, por último, un apunte que ya señalamos en otras ocasiones: la mala planificación de la temporada. La falta de calidad de la plantilla es notoria pero, por historia y por recientes éxitos del club, se le obliga a pelear por un objetivo irreal, porque no parece capacitada para alcanzarlo. Normalmente, los jugadores no van a tirarse piedras unos a otros y en este apartado permanecen en silencio; no obstante, algunos antiguos futbolistas y entrenadores han coincidido en este punto y en la falta de planificación de quienes tenían la obligación de haber previsto que algo así podría haber ocurrido. Ahora hay que salir de esta situación actual como se pueda y olvidarse de los ascensos al menos a corto plazo. La ventaja es que queda mucha competición por delante.