En la entrevista de Luisinho publicada hoy en nuestro periódico queda claro cómo debe pensar un profesional de este deporte. Precisamente alude directamente a este calificativo 'laboral'. Si un futbolista de Primera siente que las piernas le flojean en situaciones comprometidas como la que atraviesa el Depor, es que no es un profesional como debe para competir en la que, dicen, es la mejor liga del planeta. Si un jugador no está por encima de esto, no sirve y punto.
Tiene toda la razón el portugués, que además no se corta ni un pelo al explicar que para defender bien han de hacerlos todos, en colectivo, no los cuatro de atrás. Cuando uno de los efectivos más temperamentales de la plantilla sino el que más hace este tipo de declaraciones es evidente que se siente rodeado de `poca intensidad' por parte de sus compañeros, por decirlo de una manera suave. Es una constatación más de los males de algunos de los jugadores de este plantel.
Lo mismo debe pensar el presidente, que ayer se pasó por Riazor para insuflar ánimo a sus jugadores y decirles que confía en ellos, pero que metan un poquito la pierna, que peleen los noventa y pico minutos, que no salgan con una empanada más grande que las de Betanzos, que se tapen unos a otros cuando fallen como lo que deben ser, compañeros en un equipo. Porque, como dice Luisinho, esto no es sino una cuestión evidente, una cuestión de equipo.