Fernando Alonso ganó, junto al suizo Sebastien Buemi y al japonés Kazuki Nakajima, el Mundial de Resistencia (WEC), al repetir el triunfo de hace un año en las 24 Horas de Le Mans, por delante del otro Toyota, el del argentino José María ‘Pechito’ López, que perdió el liderato a menos de 60 minutos para el final a causa de dos pinchazos.
Alonso y sus compañeros se aprovecharon del infortunio del Toyota Nº7, que llevaba mejor ritmo que el Nº8 y circulaba hacia una victoria segura cuando sufrió la avería.
El ovetense, que en sus tres tandas completó 133 vueltas durante un tiempo exacto de siete horas, 51 minutos y 17 segundos, relevó a Buemi, que había tomado la salida. Nada más bajarse de su primer relevo, de algo más de dos horas y media, en el que se subió con 47 segundos de desventaja y se bajó a 41, Alonso ya indicó que el coche tenía menos ritmo y potencia; y que habría que asegurar el podio.
El equipo buscaba un final idílico. Pero Alonso es un hueso duro de roer. Los días previos había advertido de que podían pasar muchas cosas, que nunca deberían perder la calma. Y esta vez tuvo por aliada a la suerte. No sólo no pudo repetir la exhibición nocturna del año pasado, sino que le pasó un poco de todo en los 750 kilómetros que estuvo al volante. En una tanda tuvo que parar para que le cambiaran la puerta derecha.
El equipo de Alonso cerró el WEC, un campeonato en el que el asturiano no seguirá, con 198 puntos, 41 más que el otro Toyota, gracias a cinco triunfos: dos en Spa y en Le Mans; y el de las 1.000 Millas de Sebring (EEUU); en espera de nuevos retos que, a falta de confirmación, le podrían llevar a disputar, en enero de 2020, el Dakar, en Arabia Saudí.