Acaso en alguna jornada tórrida, donde el rendimiento se gobierna desde el mimo a los neumáticos, podría contemplarse algún atisbo de flojera en Mercedes. Ocurrió hace dos semanas en Silverstone, cuando Lewis Hamilton cruzó la bandera a cuadros con una goma totalmente rasgada. Con tres ruedas útiles selló el triunfo más agónico de los 88 que enuncia la carrera del piloto de Stevenage.
Para su segundo puesto el pasado domingo, también en Gran Bretaña, prescindió de la épica. Claudicó ante Max Verstappen con más resignación que conformismo. El inglés refunfuñó al cerciorarse de que el Red Bull estaba exento de los problemas de degradación que lastraron a su monoplaza y abrió inmediatamente un tiempo para la reflexión en su garaje. Las altas temperaturas previstas para este fin de semana en Barcelona le urgían para desenredar la solución. Solo las victorias hacen sonreír al inglés.
Con ese objetivo reemprendió entre el viernes y el domingo la conquista de su séptima corona en la Fórmula Uno. Un cartelón con su nombre en un verde-amarillo flúor ya destacaba su favoritismo en la trigésima edición barcelonesa del Gran Premio de España. La costumbre en este trazado no hizo más que adelantar lo que aconteció. 21 de las 29 victorias anteriores en el circuito de Barcelona-Cataluña habían sido para el poseedor de la ‘pole’ y Hamilton no descuidó la tradición. Como en 2014, 2017, 2018 y 2019, también en 2020 ganó él en Montmeló.
Asfalto ‘quemando’
Los 50 grados que este domingo se registraron sobre el asfalto barcelonés, aderezados con los 31 del ambiente, un 52.4 por ciento de humedad y la amenaza de llovizna, no entorpecieron su conducción. Encabezó la parrilla y retuvo sin sobresaltos el primer puesto en la larga recta del recinto. Le benefició la lucha que se abrió justo detrás. El holandés Max Verstappen (Red Bull) y el canadiense Lance Stroll (Racing Point) adelantaron al finlandés Valtteri Bottas (Mercedes) por izquierda y derecha. El compañero de Lewis Hamilton pasó del segundo al cuarto lugar.
Con el frente despejado, el inglés empezó a descontar milésimas a sus registros en la tabla de tiempos y venció con rotundidad. En esta era mandan un Mercedes superlativo y un Hamilton colosal, solo dependiente de su contrastada habilidad para explotar los avances de su fábrica.
El ‘de casa’, Carlos Sainz, igualó su mejor resultado en Barcelona. En 2016 también fue sexto, pero entonces conducía un Toro Rosso. “Merecíamos una carrera así”, apuntó recordando su infortunio en las dos últimas semanas en Silverstone (Reino Unido), de donde se marchó por dos veces de vacío. El madrileño felicitó a los mecánicos, por su buen hacer en las paradas.