El Atlético de Madrid sufrió un empate frustrante en Brujas, apartado de la primera plaza de su grupo de la Liga de Campeones por un 0-0 en Bélgica, un ejercicio de dominio prácticamente inofensivo, con apenas un par de ocasiones, y el triunfo a la vez del Borussia Dortmund en su visita al estadio del Mónaco.
Un objetivo incumplido, un sorteo previsiblemente más complicado para los octavos de final, el partido de vuelta fuera de casa... Ni el factor de depender de sí mismo ni la posesión del balón, un 57 por ciento, le bastaron al conjunto rojiblanco, al que le sobró balón y le faltó verticalidad, atascado contra el repliegue de su oponente salvo al principio, cuando dispuso de sus mejores opciones. No pudo superar al Brujas. Ni siquiera dentro de esa predisposición, después algo más intermitente, frente a un rival armado y protegido en torno a su poblada retaguardia.
El Atlético no tiró tanto como pisó el área. Ni mucho menos. Y, cuando conectó el remate, solo en el primer acto, le faltó puntería, caso de Thomas en un lugar inmejorable y con un disparo directo al cuerpo de Horvath, o irrumpió ágil el portero, que voló a la parábola de Griezmann, camino a la escuadra y que repelió una fenomenal parada, en la mejor oportunidad rojiblanca del encuentro.
El primer puesto del grupo ya pasaba por un resultado indispensable: ganar o ganar. No había más para el Atlético cuando regresó del vestuario para la segunda parte, desaparecido un buen rato de las cercanías del área contraria, lejos del gol que necesitaba para sostener la cima de la tabla hacia octavos de final.
A cuarto de hora del final, el Atlético no había exigido ninguna intervención de Horvath en el segundo tiempo. Después sí alguna, primero con un barullo en el área del que nadie sacó provecho, luego con un tiro fuera de Koke y hasta ahí, en una ofensiva que no valió para nada, como otro empate más de visitante.