El Real Valladolid remontó un partido que se le puso muy cuesta arriba, sobre todo tras una mala primera mitad, y sumó tres puntos, cinco jornadas después. La necesidad era evidente en ambos equipos, y salieron a presionar, en busca de sorprender al contrario para tomar la iniciativa en el marcador. En ese proceso, el Celta se encontró con un fallo garrafal de Míchel en el área local, que aprovechó a la perfección Sisto para, ayudado por un defensa, inaugurar el casillero.
Fue un regalo, que los gallegos abrieron y disfrutaron como niños, ya que en el terreno de juego no se veía juego por parte de ningún equipo, ni capacidad de creación ni jugadas con profundidad, ni jugadores que buscaran la verticalidad y, así, resultaba complicado que se produjeran sobresaltos.
Ocasión local
La ocasión más clara llegaría para los blanquivioletas ya en el minuto 41, con un remate potente de cabeza, tras una jugada a balón parado, de Kiko Olivas, que obligó a lucirse a Rubén Blanco. Eso dio alas a los de Sergio González para volcarse en busca del empate antes del descanso, pero ni Antoñito, ni Nacho, pudieron sorprender al meta visitante, por lo que la primera mitad finalizó con el 0-1.
Tras la reanudación, el choque comenzó de la misma forma, con un Valladolid que quería el empate. Ese asedio encontró su recompensa y, en el 55, Óscar Plano, aunque con suspense, lograba traspasar la meta visitante para subir el 1-1 al electrónico. Fue una inyección de moral para los locales, que no cejaron en su empeño por aumentar la renta, lo que consiguió Keko en el minuto 69, tras una gran jugada de Óscar Plano y Guardiola.
No hubo más ocasiones de peligro, ni en una banda ni en otra y, al final, los tres puntos se quedaron en Valladolid, muy necesarios, ya que supone aumentar la renta con respecto a un rival directo que se hunde un poco más.