El marcador quizá fue exagerado, quizá no hubo tanta diferencia en el juego, sí abrumadora en la pegada arriba, pero un resultado tal no fue una casualidad, porque el Atlético cometió errores atrás, porque la sustitución de Saúl Ñíguez no pareció acertada y porque no fue a por el partido hasta el segundo tiempo, cuando ya perdía 1-0.
Es cierto que en el 1-0 en contra no tuvo suerte, un disparo raso de Witsel desde el borde del área cerca del descanso que no tenía otro destino que las manos de Jan Oblak hasta que impactó en el pie de Lucas Hernández, desviado definitiva e invariablemente hacia el lado contrario para hacerlo inalcanzable para el portero esloveno.
Pero igual de cierto es que el Atlético apenas contó con ocasiones de hacer gol.