El brasileño Vinicius, autor de un gran tanto y asistente en otro, lideró la reacción del Real Madrid, que dejó prácticamente sentenciada la eliminatoria de octavos de final de la Copa del Rey ante un Leganés que perdonó en el primer acto y desapareció en el segundo, el día del debut de Brahim Díaz.
En busca de sensaciones perdidas, con la segunda unidad añadiendo frescura y una mejoría física al juego, el Real Madrid se reencontró con la victoria en un Santiago Bernabéu que sigue mostrando su desencanto en una grada que se vacía progresivamente. Encontró nuevamente la esperanza en Vinicius y el equipo la mejoría con un despliegue físico inconmensurable de Odriozola.
Ya no hay espacio para Isco en el once ni en Copa del Rey. Su suplencia continua es llamativa. Quien sabe si fue por la necesidad de su presencia ante el Betis en Liga o simplemente porque no entra en el esquema de Solari, un 4-3-3 que es reacio a retocar para dar cabida a la magia que va desapareciendo de un jugador que se apaga.
Las esperanzas de diversión del madridismo se reducen a Vinicius, que de nuevo se mostró valiente en cada balón que tocó y que mostró que debe pasar un proceso de mejoría de elección en el final de las jugadas.