“Somos una familia muy futbolera, aunque yo no pude jugar porque tenía dos ‘pies de palo’, pero todos llevamos la pasión por el fútbol y el Depor en la sangre”, relata este aficionado de 47 años, con una madre de Monforte de Lemos y un padre coruñés.
“Mi padre cogió bastantes pelotas en Riazor de niño y jugó en las categorías inferiores del Deportivo con Amancio Amaro”, recuerda con orgullo, mientras insiste una y otra vez en que “pese a que nací en Caracas y vivo en Miami, me siento gallego y deportivista, porque lo llevo en mi ADN y es mi identidad”.
El pasado sábado, Alejandro pisó A Coruña de nuevo diez años después —es la tercera vez que visita la capital herculina en su vida— y hoy mismo tomará un avión de regreso a Miami, donde reside desde que cumplió la veintena. Un viaje relámpago a la tierra de sus orígenes con un propósito determinado: “Se trata de una promesa. A principios de 2015, acordé con mi padre que fuéramos a ver un partido del Depor. En ese momento él vivía en Tenerife y lamentablemente falleció ese mismo año, así que no pudimos hacer el viaje. Pero esta temporada tomé la decisión de venir aquí y aprovechar el Depor-Tenerife para rendir homenaje a mi padre. Era la ocasión perfecta, por nuestro deportivismo y porque él vivía allí”, recuerda emocionado, a la vez que destaca la impresión que le causó reencontrarse con el ‘coliseo’ blanquiazul.
Tomé la decisión de venir y aprovechar el Depor-Tenerife para rendir un homenaje a mi padre
“Riazor está muy bonito con las reparaciones que se han hecho en el techo y el césped me pareció en perfecto estado. La afición apoyó al equipo de una forma cívica, excelente, alegre... Fue una fiesta del fútbol”, explica.
Ayer completó su fugaz estancia en tierras herculinas visitando la ciudad deportiva de Abegondo, donde presenció el entrenamiento de los pupilos de Natxo González y consiguió que los jugadores le firmaran la camiseta blanquiazul.
“Ha sido un viaje breve, pero me llevo esta experiencia en el corazón de regreso a América, que es lo importante”, indica.
Alejandro es un hincha acérrimo y prácticamente no se pierde ni un solo partido de la escuadra coruñesa, pese a que no le resulta fácil seguirlos al otro lado del ‘charco’.
En Estados Unidos son del Barça y del Madrid; no entienden mi devoción por el Deportivo
“Los veo todos a través del canal de LaLiga 1/2/3, excepto el que dan cada jornada en Movistar Partidazo, porque allí no puede verse”, comenta, y reconoce que en Estados Unidos le tienen como un bicho raro por su pasión deportivista.
Pasión incomprendida
“Allí hay mucha gente que sigue el fútbol español, pero todos son del Barcelona y del Real Madrid. De hecho, mi hija es madridista y mi hijo del Barça. En Estados Unidos hablan de Messi y Cristiano Ronaldo, pero no entienden cómo una persona puede tener devoción por un club como el Deportivo. No son conscientes de que el Depor también es un club gigante, muy respetado en Europa y con una tradición tremenda. Para mí sigue siendo el ‘Superdepor’ y siempre lo será”, dice.
Aunque observa el presente con optismismo y está convencido de que “tenemos un equipo y un cuerpo técnico para regresar a la categoría que nunca debimos abandonar”, añora la era dorada de la escuadra blanquiazul.
“Me gustaba Lionel Scaloni, un jugador que defendía la camiseta y levantaba pasiones en los derbis con el Celta. Recuerdo los duelos con Karpin, Mostovoi, Catanha... ese Celta que era muy fuerte. También futbolistas como Mauro Silva y Donato, que vinieron de Brasil y terminaron siendo coruñeses y amando esta tierra”, evoca.