Entre todos lo están matando y él solito se va a morir. Después de lo visto ayer en Riazor es normal que el personal entone un claro “no hay nada que hacer”. La deriva es tal, que a los 32 minutos de partido algunos aficionados abandonaban el estadio después de comenzar el envite apoyando y animando. El estado de depresión es evidente. Los propios seguidores dan como descendido al Deportivo a falta de dos jornadas para finalizar la primera vuelta. “Esto no lo salva nadie”, se escuchaba ayer entre un público que ha visto ganar a su equipo en casa ¡28 partidos en cinco años! Ni uno más ni uno menos. Y esta temporada tan solo uno, el primero, allá por el soleado agosto.
El Depor se hunde por muchos factores pero el principal es la plantilla. No hay equipo para mucho más que la salvación, está claro, y cuando todo falla y no se da el cien por cien de las capacidades, por múltiples problemas, el fútbol te desnuda y quedas en evidencia.
Estos futbolistas no son, ni mucho menos, acreedores a llevar el título de sexto tope salarial. No es culpa de ellos, es evidente. Son Zas, su consejo y Del Pozo los que asumirán el descenso a Segunda B si se produce, pasando a la historia como unos de los peores directivos de la centenaria entidad. Tendrán que asumirlo, como tendrá que digerirlo quien los puso ahí, o sea, el consejo anterior. Tendrán que asumirlo porque nadie les llamó para estar o haber estado. Fueron ellos por decisión propia. Y poco a poco se han ido cargando un club entero.
Por cargarse, hasta se han se han cargado a una afición que está absolutamente resignada. Ayer ni siquiera silbó en el descanso. Simplemente asumió que esto se acaba. Y sin duda, de esta manera, la Segunda B está más cerca. O se da un golpe de timón total, de arriba a abajo en todos los estamentos de la entidad, o el futuro es de lápida y requiem.
Sin argumentos
Sobra espacio para escribir una crónica de este equipo. La primera parte se cuenta muy fácil. El Depor sale a no encajar y a buscar el ataque de la manera más ‘ordenada’ posible. El Zaragoza, como todos los rivales que vienen a Riazor, simplemente espera.
El equipo coruñés no tiene argumentos ofensivos, no hace daño, no crea peligro real, solo presencial y los rivales se acomodan esperando su oportunidad.
Porque los contrarios si hacen sangre cuando tienen oportunidad. A los 5 minutos Eguaras hace que Dani envíe la pelota a córner. A los 15 es Soro quien prueba desde lejos. A los 28, Luis Suárez la manda al palo. A la media hora el Zaragoza mete al Deportivo en su área a base de córners. En el 32', en uno de esos saques de esquina, llega el 0-1 de Guitián, rematando sin oposición de sobrio testarazo. En el 38, Puado hace el 0-2 con otro cabezazo. Fin del primer periodo y fin de la historia. El Depor, a remolque, como casi siempre, apelando a una épica que esta temporada solo dio resultado una vez: en la primera jornada ante el Oviedo.
Esperanza... espejismo
Algo había que hacer en el descanso y Luis César dio entrada a Beto da Silva y a Borja Valle. Entre los dos fabricaron el 1-2. El Depor salió a por todas y se acercó rápido en el marcador al anotar a los 48 minutos. Riazor volvió a animar. Es tremendo lo de esta afición, con poquito que se le dé, responde.
La tuvo de nuevo Borja Valle en el 53, lo que incomodó al entrenador zaragocista, que reforzó su equipo con la entrada de Lasure. Poco a poco el equipo aragonés volvió a equilibrar la salida del Depor. Pudo sentenciar en el 65’. Luis Suárez se llevó ‘al huerto’ a Lampropoulos en el área blanquiazul, señalando penalti el colegiado. Dani Giménez paraba el lanzamiento del propio Suárez y daba esperanza a los más fieles de Riazor. ¿Esperanza o espejismo? Como siempre. Espejismo en toda regla.
Beto Da Silva remataba de cabeza a los 70 de partido, cuando ya empezaba a jugar el cuadro local a la desesperada y el aragonés a parar el choque. El otro fútbol. Ese que no posee el Deportivo.
El encuentro se convertía en un correcalles pero el Zaragoza mostraba sus hechuras de equipo. Esas que tampoco tienen los blanquiazules. En dos pases largos te hacían una oportunidad, te sacaban un córner, mientras que los herculinos comenzaban a desangrarse de nuevo bajo el dominio maño. A los 79’ Luis Suárez anotaba el 1-3 y sentenciaba de manera definitiva. Y con toda justicia, porque el Depor jugó bien ayer unos 12-15 minutos. Nada más. Eso y nada es casi lo mismo. No basta. No llega. Ni en Segunda ni en Segunda B.
Negligencia de años
El cúmulo de despropósitos, en general, hasta llegar a este punto comenzó hace unos años, no viene de ahora. Se recogen hoy en día, eso sí, los frutos de la negligencia deportiva que nos ha traído hasta este abismo en el que el Deportivo está hundido como equipo y, como consecuencia de ello, como institución. Da vergüenza. Y también da muchísima pena. Se muere.
La semana que viene es la asamblea más importante de la historia de la entidad, porque sin un cambio total no hay nada que hacer. Los más grandes accionistas, el consejo, y los directivos, deberán asumir las responsabilidades. Porque son todas de ellos. El resultado de ayer, evidentemente, también.