Los de Ernesto Valverde, salvo los diez primeros minutos del segundo tiempo, firmaron un convincente ejercicio, basado en la solidez, la solidaridad y una asfixiante presión que nunca pudo superar el equipo de Spalletti.
Si los espectadores del Camp Nou llenaron prácticamente los graderíos con la expectación de qué versión del Barça verían sin la principal, muy pronto respiraron tranquilos.
Sin Messi, cómodamente instalado hoy en la grada junto con su hijo Thiago, la versión B del Barça ofreció apuntes interesantes como se vio desde el inicio.
Es el Barça un equipo más compacto y con sus líneas más juntas. El Barça suple las gotas de genialidad de su diez con más trabajo y en un partido frente a un equipo físico, los azulgrana se encontraron cómodos y no sufrieron.
La primera parte de los de Valverde fue de manual. Como nadie puede hacer de Messi, el técnico pensó en el perfil de Rafinha, un mediocampista con llegada en segunda línea, y el Barça firmó un fútbol armonioso, con mucho control, con toque y que no dio apenas opciones al rival.