En pocos ámbitos se percibe de forma más pública la influencia de los petrodólares rusos que en el fútbol, como dejó claro ayer el anuncio de Abramovich de que pone en venta el club y que destinará los beneficios a las víctimas de la guerra en Ucrania.
La posibilidad de que Roman Abramovich deje de ser dueño del Chelsea es cada vez mayor. A los problemas que enfrenta el oligarca ruso con el Reino Unido se ha unido la intención declarada de un multimillonario suizo de hacerse con el club si Abramovich tuerce su brazo y vende el club.