Me respondió: “No”.Entonces salió ese afán entre competitivo y orgulloso que tenemos todos los deportistas, y como mi dignidad estaba a salvo porque se acababa en él y en mí, le espeté: “En el tiempo que tardas en negarme la entrevista, yo te hago dos preguntas, tú vuelves a lo tuyo y a mí ¡me haces la persona más feliz del mundo!”.