Recientemente Ona Carbonell anunció que no estará en los Juegos Olímpicos de Tokio, ya que se tomará un descanso debido a que quiere ser madre.
La nadadora de sincronizada, digna heredera de Gemma Mengual, lleva ya 23 metales a sus espaldas, solo por detrás de Michael Phelps (33) y Ryan Lochte (27) en títulos mundiales de natación. Pero a sus 29 años ha decidido parar y no estar en los que serían sus terceros Juegos para, según indicó en sus redes sociales “dedicar más tiempo” a su familia, “cuidarla como se merece y también ampliarla”.
Pero avisa de que aunque deja de lado temporalmente el deporte, no significa que “vaya a renunciar” a su carrera como nadadora.
Una decisión que también tomó en su momento Teresa Portela, que volvió por la puerta grande logrando la clasificación para los Juegos de Tokio, en la que será su sexta participación.
Pero, también vivimos recientemente como un deportista masculino decidía dejar por un tiempo la alta competición para centrarse en su familia, como hizo Cristian Toro, tras el nacimiento de su primer hijo.
Mientras unos aparcan el deporte temporalmente, otros regresan. Es el caso de Carolina Marín, que ocho meses después de su lesión en el ligamento de la rodilla, se impuso en el Abierto de China.
Sus primeros 12.000 puntos tras la lesión conseguidos ante Tai Tzu Ying, cuarta del ránking. Su objetivo, estar el año que viene en los Juegos de Tokio y ser cabeza de serie, para lo que necesita colocarse entre las diez primeras.
Regresa Marín más fuerte tras la lesión, como reconocía su entrenador. Una vuelta exitosa, como también serán las de Carbonell, Toro, como lo fue la de Portela, y la de todos los deportistas, sean hombres o mujeres, que en un momento de su vida, y con todo el derecho, deciden parar para coger impulso y volver a empezar.
