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A hora que el fútbol femenino ocupa por fin portadas y a todos se nos llena la boca con los éxitos del Deportivo Abanca, que lleva ya cuatro años compitiendo y que sea líder de la Liga no es fruto de la casualidad, salta también a la luz las penosas condiciones laborales que sufren las futbolistas.
Nada nuevo bajo el sol, en un mundo en el que ser mujer y deportista no se considera que deba tener atributos de profesionalidad. Sabemos por la información aparecida en los medios de comunicación durante esta semana que son ya 15 reuniones infructuosas, tras las cuales sigue sin haber consenso entre los tres sindicatos (AFE, UGT y Futbolistas ON).
La Asociación de Clubes de Fútbol Femenino presenta una propuesta lejos de las pretensiones de los sindicatos: un salario mínimo de 16.500 euros brutos mensuales con una parcialidad de los contratos del 50 por ciento (lo que rebajaría el salario a alrededor de unos 8.000 brutos al aplicarles la media jornada). Los sindicatos exigen que la parcialidad no sea inferior a un 75 % y otros beneficios que tengan que ver con aspectos como la maternidad o que se incluyan los desplazamientos como horas de trabajo.
Resulta pernicioso que se quiera aplicar una media jornada a los salarios. ¿La deportista profesional solo lo es mientras entrena? ¿Es que el resto del día no se cuida, no se alimenta de forma adecuada o no se somete a ejercicios para mantener y fortalecer su forma física? 
Ninguna de ellas deja de serlo cuando abandona el verde, piense lo que piense la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino.
Una situación insostenible y que, si no hay consenso, terminará por desembocar, seguramente, en una huelga. Sin que sea posible a día de hoy, y posiblemente nunca, que lleguen a equipararse los salarios con los del fútbol en categoría masculina, hay quien justifica que sus emolumentos tienen que ir en función de lo que generan y que es normal que sean tan sumamente bajos. 
El problema no es solo el salario, son las condiciones laborales y el total desamparo.
¿Toleraríamos nosotros que nos dijesen que, al no ser eminencias en nuestro campo o generar menos ingresos que un profesional ‘top’ en nuestra profesión, no merecemos tener un convenio colectivo, un salario digno o unas vacaciones pagadas? Aquí se está hablando de algo tan básico como unos derechos mínimos en materia laboral que algunos se están pasando por el forro mientras aprovechan el tirón del fútbol femenino para realizar una publicidad muy jugosa, mirando para otro lado ante la falta de consenso y la indefensión de las jugadoras.

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