La última prueba
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Cuando en agosto del año pasado la canguesa Teresa Portela se colgó el bronce en el Mundial en la prueba de K1-200  todos aplaudimos el hito de la piragüista gallega, que lograba clasificarse para Tokio, sus sextos Juegos.
Portela, que había comenzado su andadura olímpica en Sydney en el año 2000 tenía la oportunidad de colgarse una presea, tras encadenar en los anteriores ocasiones varios diplomas olímpicos. Pero, ser la pionera al participar en seis Juegos fue una alegría que le ha durado poco a Teresa.
En un momento importante, a menos de seis meses para la competición olímpica, la canguesa no tiene aún garantizado el pase ¿El motivo? La Federación le exige ahora certificar su plaza, ya ganada, en un selectivo el próximo mes de abril. Una nueva piedra puesta en el camino por el ente federativo que trastoca en cierto modo la preparación de la deportista que, pese a todo, no pierde la sonrisa.
Sus motivos tendrá la Federación para realizar este test abierto, pero es poner en tela de juicio a su mejor palista y, de paso, obligarla a un sobre esfuerzo y a ratificar un pase que ya se había ganado por méritos propios.
 Un nuevo examen en Verducido, que todos deseamos que apruebe con nota pero que esperemos que no le suponga una factura para lo importante, que llegará el próximo mes de agosto. Si en abril no consigue la plaza, tendría una nueva oportunidad en mayo en la Copa del Mundo que se celebrará en la República Checa.
Demasiadas citas para una Portela que tendría que estar única y exclusivamente centrada en lograr su pico de forma de cara a los Juegos y que deberá hacer un breve receso en el camino para revalidar su clasificación. Un billete que ya se ganó de forma justa y meritoria en agosto, pero al que la Federación pretende dar una nueva vuelta de tuerca, en la que esperemos que sea la última prueba de Portela que, para mí, no tiene ya nada que demostrar.

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