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Los Juegos de Tokio, en riesgo de celebración debido al coronavirus, podrían tener por primera vez dos abanderados, un deportista masculino y otro femenino. Una posibilidad positiva en el caso de España, ya que el COE se está encontrando en la difícil tesitura de escoger entre el palista Saúl Craviotto (con el mejor palmarés, con dos oros, una plata y un bronce, lo que dicta la norma) y la nadadora Mireia Belmonte (un oro, dos platas y un bronce), que se ha postulado públicamente.

Pero hay otras voces que también hablan de incluir en este grupo de candidatos a Teresa Portela, que si confirma en el test de abril en Verducido lo ya conseguido en el pasado Mundial, alcanzaría el récord de participación, con seis Juegos. O incluso Lydia Valentín, que tras las descalificaciones de sus rivales por dopaje logró el oro en Londres 2012, su tercer podio en tres citas olímpicas diferentes.

El hecho de que hubiese dos abanderados por país sería un buen guiño a la visibilidad de la mujer en el deporte, que históricamente en los últimos años a España en los Juegos, le ha dado muchas alegrías en forma de preseas: los equipos de wateporlo, balonmano o baloncesto, deportistas como Carolina Marín, Lydia Valentín, Mireia Belmonte, Ruth Beitia...

No siempre lo tuvieron fácil las mujeres en los Juegos. Su creador, el francés Pierre de Coubertin, se opuso hasta su muerte a la participación de mujeres en los Juegos Olímpicos. Tampoco tenían el permiso para asistir a los espectáculos deportivos, convirtiendo el deporte en un terreno vedado para ellas.

Los Juegos no permitieron la participación de las deportistas hasta 1900 en París, pero se limitó al golf y al tenis  y se considera como verdadera irrupción de las mujeres en los Juegos Ámsterdam 1928, con cerca de 300 mujeres, el 10%, con especial incidencia en el atletismo.

Mirando a España, en el año 1992, primera y de momento única vez que se organizaron los Juegos, en Barcelona, la participación de deportistas femeninas fue de récord, con 129, número que ha sido inferior en los sucesivos Juegos. Asimismo, nuestro país solo ha contado con dos abanderadas en su historia: Isabel Fernández en Atenas 2004 y la Infanta Cristina en Seúl 1988. ¿No sería Tokio una buena oportunidad para sumar la tercera?

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