Parece que el culpable no era Miguel Figueira, que ganó tres partidos y perdió seis en las doce primeras jornadas. Borja Facal, al que tampoco se le debe culpabilizar de la nefasta primera vuelta que está realizando el Bergantiños, solo ha conseguido un triunfo en seis jornadas, en las que sufrió tres derrotas.
Es más que obvio que algo pasa en un equipo que impresiona en Copa del Rey en Riazor contra el Sevilla y que tiene uno de los cuatro presupuestos más altos de la Tercera División y que es antepenúltimo en la liga.
Antes de que empezase la liga había división de opiniones: unos decían que el Bergantiños había dado un salto de nivel en su columna vertebral con los fichajes de Santi Canedo, Antonio, Iago López, Remeseiro y Yelco y otros decían que notaría las ausencias de Caridad, Cañi, Ekedi, Sáez y, sobre todo, Roberto Baleato. El de esta temporada es un Bergan diferente al de la pasada, de eso no hay duda, pero nadie se imaginaría una situación tan crítica a falta de una jornada para llegar al ecuador del campeonato.
El Bergantiños, directo, combinativo o de contraataque, con presión alta, intermedia o en repliegue –lo ha intentado todo en lo que va de liga– es un equipo mucho menos contundente que el que se recuerda de las últimas campañas y mucho menos fiable en casa. Muy pocos conjuntos se han sentido cómodos en As Eiroas en los últimos años. En lo que va de curso, ya han ganado en el feudo carballés –nueve partidos– el Fabril (1-3), el Estradense (0-3), el Silva (0-1), el Arzúa (1-2) y el Arosa (1-3).
Mientras esperamos la reacción del Bergantiños –esa que tarde o temprano (se supone) tendrá que llegar por el presupuesto, la plantilla, las individualidades...- han pasado 18 jornadas y el equipo está en puestos de descenso. Asumir la cruda realidad debe ser el primer objetivo de un Bergan en fuera de juego.
