Tiempos confusos
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Neo sé si les pasa a ustedes, pero desde mi particular punto de vista estimo que ya nada va a ser igual. Seguro que de esta pandemia saldremos, no me cabe la menor duda, pero lo será con un coste aún desconocido sobre lo más preciado de nuestra existencia, la vida.
Quedará un poso que nos obligará a un serio reajuste en nuestros hábitos, planteamientos o proyecciones de futuro. La visión de la vida sufrirá una significativa variante. Todo lo que nos está sucediendo nos debe permitir reconducir las prioridades en canalizar nuestros valores.

La pasada semana les trasladaba la importancia  que tenía el ponerse, paralelamente, manos a la obra en la reconstrucción, tanto anímica como físicamente en todas sus variantes. Aunque sonase una actividad con poca sensibilidad. Cualquier previsión sobre la economía resulta estéril. Los acontecimientos son voraces y los resultados imprevisibles. Ante toda esta inercia, cada canal de la sociedad debe asumir la responsabilidad  de poner en marcha un plan. Hay que replantearse el futuro y esto pasa porque nuestros dirigentes, nuestro entorno y nosotros mismos, busquemos fórmulas que faciliten el “tercer tiempo”.

Ciñéndonos al mundo del deporte, las consecuencias pueden resultar altamente catastróficas. Es casi imposible considerar donde va a ser colocado su baremo en la reconstrucción a nivel global. Los grandes retos no saben aún su camino y no quiero contarles lo que supondrá para los mal llamados deportes de media y baja intensidad social. Donde sus estructuras están básicamente cogidas con pinzas en su día a día.

Siendo positivos, la gente del deporte está acostumbrada a luchar contra las adversidades. Entiendo que donde más difícil está en volver a recuperar su nivel original, será el de media intensidad, sufrirán en muchos casos el silencio de la sociedad. Los sacrificados directivos, muchos de ellos anónimos, no tendrán donde apoyarse para sacar adelante sus proyectos paralizados. En cambio, los grandes eventos y en contrasentido a sus elevadas cifras económicas, lo tendrán más asequible, principalmente motivado por la participación de las televisiones que los necesitan para mantener sus cuotas de mercado. El fútbol de élite en toda su dimensión, sea por lo divino o por lo humano, seguro que saldrá adelante. Como lo harán otras actividades de similares características.

Es hora de que los dirigentes deportivos canalicen debidamente el camino a seguir siempre bajo los parámetros de la unidad y responsabilidad. Aquí es donde se verán los grandes líderes de la gestión.

Una dura batalla contra el tiempo, pero cuanto antes se pongan las cartas encima de la mesa, antes se clarificará el mundo del deporte y así podrá ayudar, con un peldaño más, a la normalización de la estructura social que nos ha tocado vivir. Paralizarse no sirve de nada y la lucha que mantiene la sociedad contra el coronavirus, debe servir como célula para regenerar a nuestra sociedad en la búsqueda de soluciones para el futuro, que seguro que las tenemos. 

“Quédate en casa”. Como siempre un placer.

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