Aquellos que tengan a bien seguirme en mis exposiciones cada semana en este diario, serán conscientes de que les suelo trasladar una expresión: “…En que manos estamos”.
Creí que, tras vivir en primera persona el caso “Obradoiro”, una situación similar no se podría volver a repetir. A pesar de que muchos de nuestros dirigentes no me ofrecen el más mínimo sentimiento de confianza, entendía que en una sociedad mucho más avanzada, con unos recursos jurídicos adecuados y en plena “efervescencia” de un Gobierno “progresista”, actuaciones de este calado pasarían a mejor vida. Pues no. La vida sigue igual o peor que hace tres décadas.
Todo se me retrotrae a ese tiempo atrás. Estando en la puerta de un hotel de Murcia, haciendo tiempo para ir al Pabellón Municipal donde transmitiría el partido de ascenso a la ACB entre el cuadro local y el equipo santiagués, se presenta un ciudadano dándose a conocer como Esteban Pérez Beltrán (en teoría jugador español del cuadro pimentonero), informando que el jugador que figuraba en la nómina del cuadro del Juver, resultaba ser Esteban Daniel Pérez Spatazza, con pasaporte argentino y por lo tanto extranjero. Resumió el proceso explicando que le habían ofrecido una cantidad de dinero por firmar unos papeles y que no se la habían dado. Todos los directivos del cuadro gallego vieron con sorpresa primero y con entusiasmo posterior, el cielo abierto. Estábamos ante una descarada alineación indebida con transcendencia jurídica en la falsificación de documentos.
Ante la indignación de todo el entorno, los comités federativos y del Consejo Superior de Deportes se inhibieron, alegando que no tenían competencias para comprobar tal suplantación en la documentación presentada para hacerle la ficha federativa. Lo que parecía que iba a ser un trámite ordinario, se convirtió en la lucha titánica contra el poder establecido al más alto nivel. El Club se enfrentó a la abogacía del Estado, que como no les costaba nada, recurrían sentencia tras sentencia.
La lucha contra la injusticia duro 20 años, un proceso llevado a cabo gracias a unos luchadores por la dignidad y la justicia y con la ayuda incondicional de los abogados en Madrid, los hermanos Guillén, que, casual e indirectamente, se ven reflejados en esta nueva causa.
Todo esto deja bien a las claras el nivel de “presunta” corrupción existente. Se hace lo que haga falta para lograr el objetivo. Como en las más duras películas de la mafia.
Nada será igual mientras los que rigen los destinos del fútbol profesional sigan en sus puestos. No hace mucho, presenciamos en los juzgados, como el cuadro coruñés fue víctima de la compra y venta de partidos en temporadas pasadas. Sufriendo duros contratiempos deportivos y económicos. Vivimos en parámetros de indefensión similares a los países más corruptos. Ya no te puedes fiar ni de tu propio Gobierno, que desde el 22 de julio, donde hizo una declaración cristalina, hasta la fecha, guardó silencio, para cambiar ahora radicalmente de posicionamiento, alegando que el fútbol profesional representa el 1,3% del PIB español. Los contratos y convenios firmados con la Liga por parte del CSD, para que aporte dinero para espacios donde ellos deberían de hacerlo y no lo hacen, provocan que tengan que “tragar” todo lo que le echen. No se fíen de nada de lo que vean, todo puede ser falso. Yo para empezar ya di de baja la suscripción futbolística, para ver películas de la mafia, prefiero ver los originales.
Finalizo, solicitando con la necesaria energía, la dimisión de los personajes: El “patrón” Javier y su “correveidile” Irene. ¡Qué vivencia más indigna”.
PD.: En Coruña nueva concejala de deportes. A ver en cuanto tiempo se pone las pilas, aún estoy esperando (sentado) la remodelación de A Torre.
Mientras, por favor, no se olviden de la mascarilla y no fumen en espacios públicos, es imprescindible.
Como siempre un placer.
