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Sigo sin darle una seria explicación a la poca repercusión mediática que está teniendo el juicio sobre el “presunto” adulterio de la Liga de Fútbol Profesional, concretamente sobre lo acontecido en el partido Zaragoza-Levante del año 2011 y donde el Deportivo sufrió unas serias consecuencias económicas y deportivas.
Permanece en la sociedad un debate constante sobre circunstancias parciales en el entorno futbolístico, actuaciones arbitrales, planes de saneamiento, el VAR… y cuando realmente se puede “meter el diente” a la lacra de los tramposos, con las pruebas que se están sacando a la luz, resulta que parece que la cuestión no interesa o es información de segundo nivel.
Como ejemplo, en uno de esos programas deportivos “estrella” de la TV nacional, en plena vorágine del juicio, donde un buen ramillete de futbolistas de primer nivel, entrenadores de amplio recorrido o dirigentes TOP, están pasando por el banquillo cómo encausados o cómo testigos, le dedican 28 seg. al tema.
Bien triste se presenta el discurrir de la historia, cuando habría que poner las bases para sentar precedente y dar credibilidad a una competición profesional  donde se mueven tantos intereses sociales y económicos, pero el tema se mira entre bambalinas.
No sé cuál será la sentencia que habrá que asumir, pero me da la impresión de que navegará en el limbo de los justos. Ojalá me equivoque y pueda ser que cada palo aguante su vela.
La semana pasada les trasladaba la mala práctica que representa juzgar a las personas con una visión parcial externa. Una política muy al uso y de la que uno, a veces, es participe. Y lo concretaba en el jugador español Víctor Claver, realizándole un “peligroso” diagnóstico y reconociendo mi pecado humano.
Pues salvando las coyunturas, en el mismo camino estuve con la propia selección española. Vi todos los partidos de preparación y fase previa y reconozco, debe ser por la edad, que llegué a perder la fe. El equipo me generaba serias dudas en su progresión. Es más, veía a sus futuros rivales (Serbia, Australia…) en otra sintonía. Bueno… menos los norteamericanos. Todo un símbolo de prepotencia y falta de sintonía organizativa interna.
Pero cuando llegó la hora de “cocinar el bacalao”, todo dio un vuelco. Los ingredientes estaban preparados y todo se desarrolló de la mejor manera posible.
Fue una demostración de liderazgo del actual técnico Sergio Scariolo. Una autentica exhibición de “dirección de equipo”. Sus jugadores demostraron su máxima capacidad, gracias a que no tuvieron dudas sobre la gestión del grupo y su entrega generó la justa recompensa.
En un campeonato del mundo, aunque es óbice, sólo gana uno, en esta ocasión fue España. Un triunfo histórico  que debe marcar un nuevo proceso de agrandamiento de este deporte en la cultura deportiva de este nuestro país.
Un último apunte para el Depor. Ya pagué con Claver y con la selección, no pienso hacerlo con los blanquiazules. Cuestión de fe. Todo llegará. Hoy punto de inflexión ante el Numancia.     

Como siempre un placer-

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