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Es la denominación que utilicé hace algunas semanas para definir a los organizadores de las competiciones locales de las categorías alevín y benjamín del fútbol coruñés y las mariñas.

Se había generado tal entuerto que, para descifrarlo, fue necesario acudir a un cursillo acelerado. Particularmente y por motivos que me afectan personalmente, allí me vi inmerso en la clarificación del jeroglífico.

Creo que lo conseguí, pero este fin de semana pude comprobar la dimensión que tenía el desconocimiento del proceso y lo más triste es que había degenerado hasta en el propio colectivo arbitral.

El partido que me concierne había llegado a su fin con empate a un gol, por lo que era necesario recurrir a la tanda de penaltis para facilitar el equipo clasificado para la siguiente ronda.

Ante la sorpresa general, el colegiado de turno dijo que era una eliminatoria a doble vuelta y que no hacía falta y mandó a todo el mundo cara a los vestuarios. El entorno insistía una y otra vez, pero no hubo forma. No había otra opción que ir a la ducha.

En ningún momento se cesó en la reclamación, sobre todo pensando que habría que volver a lo largo de la semana para decidir el clasificado. Ante tal insistencia, alguien debió utilizar “el comodín de la llamada” y se hizo la luz. Todos de nuevo para el terreno de juego, que ya estaba ocupado con otro partido y hubo que paralizarlo. Al final se tiraron los penaltis y salió un ganador.

Cuento esto para trasladarles que todo está cogido con pinzas y la imagen no es la más adecuada. Es cierto que es la primera vez que se utiliza esta fórmula de competición y que, tal vez, se pueda necesitar un tiempo de implementación, pero también considero que para ofrecer seriedad, se deben adoptar las medidas adecuadas para que todo discurra de la mejor manera. Como diría un buen amigo: “Hay que entregarse a la acción”.

Siguiendo con esta problemática, me enervo cuando leo sobre el trabajo que se realiza para evitar los resultados escandalosos en estas categorías de base. Pretendieron hacer una competición abierta, donde todos tuvieran las mismas opciones, pero generaron un desfase de potencialidad en el 90% de los cruces. Los resultados están a la vista y eso que muchos equipos optaron  por “navegar” para evitar males mayores.   

Y para más “inri”, este fin de semana circuló por redes sociales y prensa escrita una carta abierta de un padre sobre la participación de su hijo en dicha competición. Su equipo, un Benjamín “E” de un club coruñés, que se clasifica como primero en su grupo. Por lo tanto con derecho a seguir el organigrama pertinente y aspirando a situarse en primera fila competitiva.

Pero de repente aparece una clausula interpretativa que indica que a la siguiente fase sólo pasa un equipo por club, por lo que tiene preferencia el equipo “A” de la propia entidad. Es claro que no todos tienen los mismos derechos. Entonces… ¿Para qué se hizo esta competición tan “liberal”?

En definitiva… en que manos está todo esto. No me extraña que Rubiales haga lo que haga en el pulpito federativo. 

Finalizo. Tras lo que les vengo trasladando  cada semana de casa Depor, veo que mi sentimiento es cada vez más agónico. Desgraciadamente tengo que reiterar que no hay nivel competitivo. Para poder salir de ésta no va a llegar el respaldo de María Pita, sola lo va a tener muy complicado. Pero no se puede caer en la desidia, aún tiene solución. Ya es hora de alguien de  la cara y ofrezca espíritu y soluciones…

Como siempre un placer

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