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Soplan malos tiempos en el entorno de Riazor. Tras la hecatombe acontecida el pasado domingo y cuando me dirigía para casa a lo largo de la avenida de la Habana, me encontré con mi amigo José Luis que me soltó a bote pronto: “¡A ver si das caña en tu artículo del miércoles. Pon a parir a los Tino, Zas, Del Pozo y compañía, que son los verdaderos culpables!”.

Intuí rápidamente que era una forma de eliminar adrenalina y que el cabreo era mayúsculo por lo que había presenciado minutos antes.

También tengo que reconocer y permítanmelo decir, que me sentí halagado, pues era un fiel reconocimiento a que me leía esta puntual columna.

Pero pasadas las horas, mi preocupación crecía al comprobar que este enfoque que se me había trasladado podría suponer el principio de un tsunami de proporciones peligrosas para el deportivismo.

No quiero defender aquí lo indefendible. Siempre les ofrecí mi opinión sobre los errores que se cometían desde los despachos. Que cada palo aguante su vela. Pero lo que quiero trasladar es que nunca se deben romper las vestiduras de forma fratricida.

La semana pasada titulaba mi contacto como ‘Estado de emergencia’ debido a la situación clasificatoria por la que pasaba el equipo blanquiazul. Muchos socios de los actuales no habían nacido cuando la caída fuera más vertical. Ni se recuerda.

Por ello entiendo que no es el momento de hurgar en la herida. Se necesita una atención urgente que pueda reparar, lo antes posible, la hemorragia existente.

No hago un llamamiento insípido, acogiéndome a la demagogia. Se lo que está en juego, incluso la supervivencia del Club. Es el momento de dejar aparcadas las diferencias (nunca olvidarlas) y centrarse en salvar la nave que se dirige hacia el cataclismo.

La afición deportivista es mayor de edad y estoy seguro de que dejando a un lado su cansancio moral, sabrá situarse en primera línea de batalla.

También le pido a los actuales responsables directivos que lideren aportaciones que permitan buscar puntos de unión. Enrocarse en postulados radicales solo generaría incertidumbre.

Amigo José Luis, con todo el aprecio… relajémonos y aportemos positivamente para salir de este apuro deportivo. Seguro que con tu buen hacer, tu colaboración y la de todo el deportivismo, ‘tu’ equipo volverá a ver la luz. Después ya hablaremos del ‘Gobierno’.

Permítanme un último apunte, irónico, al borde del terreno de juego. He observado cómo el recién inquilino del banquillo de Riazor, en su faceta de generador de proyectos salvadores, acaba de crear un novedoso puesto de trabajo: “Ayudante de saque de esquina”. ¡Impresionante!  

Como siempre un placer.

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