Una decisión explicable
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Una decisión explicable


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Entiendo la decisión del consejo de convocar a la Asamblea General para dar paso a otro equipo gestor como una manera de echarse al lado para dejar que llegue al club un nuevo presidente y que sea este con su equipo quien diseñe el futuro del Depor con tiempo suficiente. Es comprensible que los actuales mandatarios abandonen la nave, tras cinco años convulsos que se iniciaron —no lo olvidemos— con la posible desaparición del RCD de La Coruña.
Tino y sus consejeros desembarcaron con el equipo en Segunda y un concurso de acreedores que amenazaba la supervivencia del club. No podemos olvidar los esfuerzos y negociaciones para solventar los compromisos con Hacienda, renegociar la deuda con los bancos y canalizar un concurso nada favorable para los intereses del Depor. Sería difícil negar esa evidencia.
En la parcela deportiva los nuevos gestores llegaron en mitad de una temporada en la que se logró el ascenso y se mantuvo al equipo en la máxima categoría hasta la pasada campaña. Sí es cierto que se pudieron hacer mejor las cosas y me consta que se intentó, unas veces  con mayor fortuna y otras con menos.
Desde una perspectiva temporal, Tino coge al club en Segunda y una deuda que hacía peligrar la existencia de la histórica entidad coruñesa. Se va del puesto dejando al equipo en la división de plata con opciones de ascenso y una economía que aunque no podamos afirmar que esté saneada, sí es cierto que existe una planificación fiable para satisfacer los compromisos de pagos pendientes.
Y entonces por qué dimite el consejo. No debe de ser fácil aguantar a una parte de la afición que prácticamente está pidiendo la dimisión del presidente desde el día siguiente de su llegada al cargo. Creo que también es fácil  entender que las decisiones que sobre jugadores y técnicos se han tomado desde la Plaza de Pontevedra no han dado el resultado deseado. Se han probado distintas y variadas recetas para enderezar el rendimiento de la plantilla y quizás por falta de paciencia (de la afición y del propio consejo) no han resultado lo eficaces que se preveía.
Quedan para el recuerdo un grupo de socios que en su día, en unas circunstancias que nada tienen que ver con las actuales, tuvo la valentía de dar un paso adelante y coger las riendas del RCD para sacarlo del atolladero.
 

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