Vamos a dejarnos de pamplinas y coger el toro por los cuernos: A día de hoy y tal como está el peloteo entre las partes implicadas y a la vista de la normativa que demandan por las altas esferas del fútbol profesional, está más que claro que peligra que el estadio municipal de Riazor deje de ser escenario de partidos de fútbol de Primera, porque su alta situación no es válida para acoger millares de aficionados, la debida seguridad para los que se juegan la pasta en las retransmisiones y la consiguiente garantía para los protagonistas de los mencionados encuentros. Un panorama como para echarse a temblar.
Bien sé, según el convenio en vigor, que el Deportivo es responsable de lo que pase en los graderíos, de que los servicios higiénicos públicos estén en debidas condiciones y de que el césped del rectángulo de juego esté de acuerdo con la normativa que rige para disputar un partido, detalles que parece que se van cumpliendo; pero no así la otra parte que corresponde al Ayuntamiento, propietario del recinto, y que es la seguridad en su amplia infraestructura. No hay otra salida, o se repone cuanto antes todo lo que se ha llevado el temporal o la celebración de partidos está mucho en el aire.
Que se lo piensen bien unos y otros, sobre todo el municipio, que ha ido demorando su intervención en lo que establece el convenio Ayuntamiento-Deportivo y, por si fuera poco su desacuerdo en los presupuestos ahora llega el problemón de jugar o no en Riazor.
Mucho me temo que, a la vista del calendario, ya veremos dónde se disputa el Deportivo-Alavés señalado para el día 18, dentro de unos diez días, a las seis y media de la tarde. por si acaso, como ya hizo el Leyma Coruña de baloncesto, habrá que ir pensando en San Lázaro (Santiago) o A Malata (Ferrol). Que se dejen de ir tirando piedras, uno al tejado del otro, y se pongan manos a la obra, porque el deportivismo está ya en pie de guerra ante el futuro que nos espera.
Con todo esto no trato de atacar a nadie, sino simplemente poner en valor, como se dice ahora, lo que tenemos y lo que merecemos con las actitudes de los responsables locales ante una cuestión con ramas importantes a escala nacional. Tanto la RFEF como la LFP no se andan con chiquitas cuando se trata de algo tan serio: Riazor en peligro de perder su condición de escenario de partidos de fútbol de Primera División. Era lo que nos faltaba.
