Inauguramos los partidos en horario de sesión vermú contra un rival inédito para el Deportivo. Era lógico pensar que con el descenso nos íbamos a encontrar con equipos que jamás llegaron más arriba que la Segunda B. Hoy nos toca el Coruxo. Un equipo de barrio vigués que en condiciones normales tendríamos que detestar por su procedencia. Sin embargo, este modesto equipo fue de los pocos que publicó un tuit animando al Deportivo tras el atropello sufrido la temporada pasada. Donde otros dieron la callada por respuesta o se soltaron con declaraciones lamentables, el Coruxo se comportó como un club señor. Un ejemplo de que, en ocasiones, modestia y elegancia van unidas. Por tanto, bienvenido a Riazor el Coruxo FC.
Hace cuarenta años, en la otra ocasión que jugamos en Segunda B, fueron numerosos los equipos con los que jugamos por primera vez y con los que nunca más volvimos a coincidir: Arandina, Alcalá, Ensidesa, Leonesa, Torrejón… Y ya en Segunda, en la década de los 80 hubo también unos cuantos.
En la 85-86 fue el Lorca el que apareció por la división de plata. Un equipo curioso, en el que militaba un paraguayo llamado Céspedes que había sido descartado en pretemporada por el Deportivo. También jugaba Alfonso Castro, que disputó el partido de Riazor y que ganamos por 3-0. Ya en la segunda vuelta empatamos a uno en su estadio. Otra curiosidad del Lorca era que el entrenador era el marido de la presidente y que, obviamente, no fue cesado en todo el año a pesar de ir de último. Descender pase, quedar de último pase también, pero que te eche tu mujer del trabajo va a ser que no.
Al año siguiente, en el 85-86 fue el filial del Zaragoza, el Aragón, el que apareció por Segunda.
Y ya en la 88-89 nos encontramos por primera y única vez con el Alzira y el Mollerussa. Aquel año el Deportivo se especializó en ganar fuera lo que perdía en casa.
Pues bien, en el partido que disputamos en Alzira íbamos con la confianza en la victoria. Los valencianos llevaban 11 partidos sin ganar y 5 seguidos perdiendo. Bueno, pues perdimos 2-1.
En cuanto al Mollerussa, ganamos los dos partidos: 0-2 allá y 4-0 en Riazor. Un equipo que pronto se hizo dueño del farolillo rojo y en el que jugaba un yugoslavo bastante mediocre llamado Bojan Krkic. Sí, el padre del hijo que ustedes piensan.
Ya en la temporada 90-91, la que para los deportivistas es por antonomasia “la temporada del ascenso”, nos encontramos con el Orihuela, en el que jugaba nuestro José Luis Vara pero al que no pudimos ver en Riazor con la camiseta del equipo contrario.
Y 20 años después, en la 2011-2012 fueron el Villarreal B, el Guadalajara y el Alcoyano los que jugaron en liga contra el Depor por primera y última vez hasta ahora.
En la 2018-2019 fueron el Rayo Majadahonda, al que no fuimos capaces de marcar un solo gol en los dos partidos, y el expulsado Reus los que vimos por primera y única vez.
Al conjunto tarraconense puede que nadie le vuelva a ver. Y ya para terminar, el año pasado hubo un club contra el que jugamos por primera y única vez hasta ahora.
Un club con un presidente encantador, con un director deportivo educadísimo, que jamás ocultarían una enfermedad contagiosa entre sus jugadores y que por nada del mundo aceptarían un trato de favor. El caso es que no me acuerdo del nombre de ese equipo. Ni falta que hace.
Lo dicho, hoy a las 12, con un Riazor por desgracia vacío, recibimos al Coruxo. Después viene un parón en la competición por no se sabe qué.
Esperemos por una victoria que nos vendría de perlas. Aunque ganar siempre viene bien, ahora que lo pienso.
