Un día difícil para un deportivista
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Un día difícil para un deportivista


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Octava jornada de liga y hoy es, posiblemente, el día en el que nos daremos más cuenta de en qué división estamos. En cuanto hemos caído y en lo difícil del momento. Hasta hoy hemos visto partidos en campos como el del Unionistas o el del Guijuelo en el que veíamos otras rayas pintadas en el césped o que veíamos muros en vez de gradas. Pero hoy es diferente. Nadie se atreve a hablar de derbi ni nada parecido. Hoy jugamos contra el filial del eterno rival. Y eso es muy difícil de digerir, qué quieren qué les diga.

Les confieso que hace tiempo pensé que cuando llegase este partido no iba a querer verlo. Me suponía una humillación ver a nuestro RC Deportivo jugar en la misma categoría que el filial vigués. Al final, como me conozco, estoy seguro de que esta tarde estaré delante del televisor viendo el encuentro. Y si no voy al estadio es porque no tengo esa oportunidad, que si hubiera podido habría ido. Pero me resulta muy triste. Hoy me pregunto cómo es posible que hayamos llegado a esta situación.

Lejos queda ya aquella temporada 1996-97 en la que el Fabril disputó la fase de ascenso a Segunda y que casi lo consigue. Perdió el último partido en Riazor ante un Córdoba al que había ganado por 1-4 en El Arcángel. De haber vencido en ese encuentro habría ascendido. Recuerdo como muchos ya hacíamos cuentas para ir a Riazor al año siguiente todas las semanas. Unas para ver al Depor en Primera y otras para ver al Fabril en Segunda ante equipos como el Sevilla, Las Palmas o el  Rayo vallecano. Ya ven las cosas cómo cambian al cabo de los años.

Desconozco cual es el ambiente en la ciudad olívica y tampoco quiero saberlo. Supongo que de cachondeo. Sería lo más lógico. Posiblemente si sucediese al revés aquí estaríamos igual. De hecho, creo que fue en 2008 y 2009 cuando ellos estuvieron coqueteando con el descenso a Segunda B y más de uno aquí estaba frotándose las manos pensando en un enfrentamiento con el Fabril al año siguiente. Y más de una vez me he preguntado cómo se sintieron los aficionados vigueses cada vez que el Deportivo levantaba un título. Algunos dirían que se alegraban por nosotros, pero la mayoría estaba deseando que perdiéramos las finales. Y eso les pasó hasta 6 veces, o sea, que van bien servidos. Es lo que tiene la rivalidad. A nosotros eso no nos pasó nunca, porque ellos jamás ganaron nada.

Hoy no creo que haya tensión en el partido más allá de los tres puntos que se disputan. Pocos jugadores actuales del Deportivo han disputado el derby. Y en el rival vigués habrá canteranos que le tendrán ganas al Deportivo, pero también tienen una serie de jugadores extranjeros muy prometedores pero que no tienen ni idea de lo que es un derby frente al Depor. O sea, que lo único que tenemos que preocuparnos es de sacar los tres puntos. Como si es como los encuentros anteriores, sin brillantez y por la mínima, pero con los puntos en el zurrón. Que estamos ante un partido que tiene tres puntos que ganar, pero también mucho que perder en caso de un resultado adverso. Que nos lo recordarían toda la vida, vaya. Como nosotros con el 0-5 de enero de 2004.

Hoy me ha quedado un artículo un poco triste. Y es que no me hace ninguna gracia este partido ante el filial del eterno rival. Me resulta humillante. Igual con una victoria contundente se me pasa la tristeza. Y si no puede ser, pues me vale con ganar con la mínima. Que yo me contento muy fácilmente.

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