CON LA VISTA EN EL FUTURO
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Después de dos meses y medio de “arresto domiciliario” y de suspensión de algunos derechos individuales –que se va a alargar todavía más por razones verdaderamente dudosas, que habrá que aclarar más adelante-, resulta que el fútbol, como estandarte del resto de los deportes, ya ha arrancado su actividad e introducido un mínimo de normalidad en la sociedad.  O así lo ha parecido tras la primera jornada de la Bundesliga.

Se dirá, y es verdad, que no había público y que los jugadores celebraban los goles no se sabe bien cómo, con gestos raros. Pero parece que tras esta primera jornada las cosas han funcionado sin mayores sustos.

No tiene por qué pasar de otra manera en el resto de países. En plena decadencia de la actividad del virus, si las cosas se hacen con sentido común todo puede ir bien. Queda la asignatura pendiente del público, pero eso seguro que no tendrá solución posible hasta el hallazgo de una vacuna fiable.

Lamentablemente, tendremos que hacernos a esa idea (¿por qué no los aforos al 30 por ciento, como los restaurantes?). El efecto psicológico que esta epidemia está causando es tan fuerte que la población se siente atacada por cualquier semejante en cualquier situación. Y esta situación se demuestra a diario, tanto en la utilización o no de los guantes o de las mascarillas como en otra serie de órdenes erráticas que nos hacen cabalgar sin rumbo fijo, tanto social como económica o deportivamente.

Ningún otro deporte se ha atrevido a llegar tan lejos como el fútbol en la situación que nos encontramos. Ni siquiera los organizadores de especialidades individuales sin contacto (el tenis, por ejemplo) han dado un paso adelante reanudando sus respectivas competiciones. Sin embargo, parece que el baloncesto va a arrancar en breve, también en Alemania, donde parece que planifican mejor que nadie y tienen menos miedo que el resto de los países. Desde luego, lo peor parece que es quedarse en brazos del estado de alarma –España, único país en esta situación- y no hacer nada, según criterios “sanitarios”.

En fin, acabemos como podamos con esta temporada deportiva anormal, que los títulos de las competiciones se obtengan de la manera más ecuánime e imparcial posible (no, desde luego, con decisiones como la de la Federación Española de Patinaje) y preparemos la próxima campaña con la máxima normalidad posible pues nos esperan apasionantes competiciones que ya nos perdimos este malhadado 2020.

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