Ayer mismo por la tarde tuvo lugar el sorteo de emparejamiento del torneo de tenis de Roland Garros. En categoría femenina parece una competición muy abierta; en la masculina, independientemente de cuál sea el resultado final, el favorito indiscutible es Rafa Nadal, sobre todo tras su última exhibición en Roma ante Djokovic.
Nadal cumplirá 33 años durante la celebración del torneo parisino. Los franceses –que al principio le llamaban, irónicamente, ‘Gerónimo’, por su cinta en el pelo- deben de estar amargados de felicitarle su cumpleaños en cada edición cuando tanto han dicho en su contra. Djokovic, por su parte, acaba de cumplir los 31 años mientras que Federer cumplirá nada menos que 38 el próximo mes de agosto. Este trío continúa –pese a los Thiem, Zverev, Tsitsipas y compañía- al frente del tenis mundial y cuando tiene que ganar un torneo importante lo hace.
Es verdad que nunca pensamos que a estas alturas Rafa Nadal estuviese todavía batiéndose el cobre con los mejores, principalmente por el desgaste físico que lleva encima. Cualquier partido del mallorquín, por sencillo que se presente, conlleva cerca de dos horas de lucha en la pista. Por eso, para sacar su mejor rendimiento, tiene que estar muy descansado físicamente y especialmente en este torneo cuyos partidos son al mejor de cinco sets.
En esta ocasión, Nadal llega sin haberlo ganado todo en las pistas de tierra previas a París. Cayó en Montecarlo en semifinales, ante Fognini, después de haber alcanzado nada menos que once títulos en pistas del Principado, ocho de ellos consecutivos. Tampoco brilló mucho en Madrid, en donde pareció cansado en el partido de su eliminación frente al griego Tsitsipas, también en semifinales. En el torneo de la capital de España el balear ‘sólo’ ha vencido en cinco ocasiones. Finalmente, con el descanso de unos días y un entrenamiento programado, Nadal consiguió el triunfo en Roma, frente a Djokovic. Era la novena vez, lo cual indica que el torneo italiano tampoco se le da mal.
Ahora llega Roland Garros, en donde ha ganado once veces y ha logrado que ninguna de las finales que ha disputado hubiera tenido que llegar al quinto set. El año pasado, frente a Thiem, no tuvo mayor problema aunque el austríaco llegaba como gran aspirante, lo mismo que este año.
Djokovic y Federer llegan al torneo sin el apremio de ganar. Ya tienen un título en su palmarés y no se irán de vacío a la historia como otros destacados tenistas –Connors, McEnroe o Sampras, por ejemplo-. Ellos aprovecharon muy bien los fallos de Nadal e inscribieron su nombre en la competición parisina.
En categoría femenina defenderá título la rumana Simona Halep –único Grand Slam que posee, de momento-, pero aquí las cosas están mucho más igualadas y dar un pronóstico es hacerlo a la buena de Dios. Al menos media docena de jugadoras están en condiciones de optar al título, a pesar de que las casas de apuestas señalan a la citada rumana como la principal favorita.
A continuación figura la holandesa Kiki Bertens, ganadora hace veinte días en Madrid, que atraviesa un gran momento de forma. A continuación, la japonesa Osaka (actual número uno) se hace un hueco en las apuestas, seguida por la estadounidense Serena Williams (fuera de forma y 38 años en septiembre) y la checa Petra Kvitova (única jugadora del circuito que ha ganado dos torneos en lo que va de temporada). Después vienen Sloane Stephens (finalista de 2018), Karolina Pliskova, Svitolina, Barty y, sorprendentemente, la española Garbiñe Muguruza, que ya ganó una vez en París pero que lleva una temporada realmente decepcionante.
El torneo comenzará el domingo, ya que hace años los organizadores han sucumbido al dinero de las televisiones. Son los rectores de Wimbledon los únicos que todavía se resisten y para los que continúa sin haber tenis los domingos. Así son las tradiciones.
