POLÍTICA Y DEPORTE
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Lejos quedan ya aquellos tiempos en los que se reclamaba la separación del deporte y la política, uno de cuyos adalides era el famoso periodista José María García, al que aludimos de vez en cuando en esta columna. Hoy, el que más y el que menos comprende que ambos van ligados, de la mano, empezando por los nombramientos de determinados organismos, que suelen ser escogidos a dedo por los políticos o, por lo menos, con su aquiescencia. Y estos cargos “digitalizados” suelen transformarse después en fieles servidores de aquellos que los han puesto en esos lugares.

Viene este preámbulo a cuento de la complicada situación que en toda España se está viviendo por culpa de la actuación irresponsable de unos dirigentes “iluminados” que se creen que están por encima de las leyes. El deporte, en general –y especialmente las principales figuras-,  se ha manifestado ya de manera clara, excepto la mayoría de los privilegiados protagonistas del mundo del fútbol, que parecen situarse en otra galaxia.

El mejor deportista español de todos los tiempos, Rafael Nadal, ya hace tiempo que ha hablado con claridad del asunto.  “No concibo España sin Cataluña”, dijo. En la misma línea se expresó Mireia Belmonte (“siempre he dicho que Cataluña es España”) o Joel González, campeón olímpico de taekwondo en Londres y bronce en Río de Janeiro, que señaló: “Soy catalán y español”. O Sergio Ramos, quien “twiteó” con una bandera gigantesca de España detrás de él: “Con mi bandera favorita al fondo”. O Marc Márquez: “Soy catalán porque vivo en Cataluña, pero me siento español porque está dentro de España”. Incluso el difunto Cruyff había manifestado su incomprensión sobre la situación: “Si lo que quieren es dividir al pueblo, que lo digan”.

En la línea contraria están las conocidas manifestaciones para ingenuos de Pep Guardiola (“esto va de democracia no de independencia”) o las contundentes de los hermanos Aleix y Pol Espargaró, quienes se han manifestado en el sentido de que “vamos para atrás y hacia otra Guerra Civil”. Y por si fuera poco Aleix añadió que “hay mucho miedo en España a quedarse sin Cataluña”. Los Espargaró viven curiosamente en Andorra, donde 31 de los 33 municipios existentes se han manifestado abiertamente contra la independencia de Cataluña.

Echamos en falta algo más de claridad en los hermanos Gasol, que sí se han manifestado a favor del referéndum, pero que se sienten españoles. Algo así como Piqué, de quien sabremos su opinión sincera sólo cuando se retire de la selección. Como la de Xavi…

Es comprensible que en todos los lugares de España se pueda hablar con libertad sobre la situación catalana, excepto en Cataluña (si estás contra los separatistas). Así se explican los silencios de algunos de los jugadores del Fútbol Club Barcelona, callados como muertos en vista de la deriva que ha tomado la situación. Comprendemos (o no), sin duda, el silencio cobarde de gente como el castellano-manchego Iniesta, incapaz de decir siquiera que se siente español aunque a continuación tuviera que volverse a su pueblo. Desde luego, el porvenir de sus hijos y sus nietos no le tiene que preocupar, pero, por lo visto, la mudanza de Barcelona a Fuentealbilla sería para él más traumática que la que realizó hace veinte años en sentido inverso.

En fin, que tras el panorama observado no debe de quedar nadie en el espectro público español que se atreva a decir que la política y el deporte tienen que seguir caminos paralelos para no encontrarse nunca. Ya lo dijo Pep (José, en su casa, según reveló “El Mundo”), “los anhelos de los pueblos son diferentes en el siglo XX o en el XXI”.

 O sea, lo de siempre, división y falta de acatamiento al ordenamiento jurídico vigente. Pues que cada cual se atenga a las consecuencias. 

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