Ojo de halcón o VAR
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Ojo de halcón o VAR


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Estos días ha vuelto con fuerza la discusión acerca de la instalación del VAR en los terrenos futbolísticos, a propósito del gol  no concedido de Messi. Hasta ahora, la cerrazón de Ángel Villar –todavía presidente suspendido de la Federación, aunque parezca increíble- fue consiguiendo que hasta ahora no haya en el fútbol español ni atisbo de tecnología mediante la cual se pueda tomar una decisión acerca de lo que ocurre en un terreno de juego. Pero parece que estos días están contados y la próxima temporada habrá algo, aunque todavía no se sepa el qué.

Sorprendentemente, algo que no tiene objeción en otros deportes (el ‘ojo de halcón’, en tenis) parece que en fútbol no concita acuerdos. De hecho, el otro día Tebas habló de la instalación del VAR y no del ‘eye hawk’ porque, según él, el primero detecta cualquier irregularidad que pueda detectar el segundo. Lo cierto es que el ‘ojo de halcón’ no es interpretable: es gol o no. En cambio, en el VAR las interpretaciones, delante de unos monitores, no son objetivas. Y ahí está la clave de todo.

Hay competiciones en Europa, como la Bundesliga, que utiliza la tecnología en multitud de ocasiones. Los partidos se paran varias veces y el público muchas veces no sabe a qué atenerse. Todo se analiza, todo se rearbitra pero, aunque todos buscamos la veracidad del juego y del deporte, ese método no parece cuajar entre los espectadores.

Es la Premier League inglesa, una vez más, la que marca una pauta con rasgos de mayor racionalidad. Allí conviven ‘Ojo de halcón’ y VAR y los partidos no se paran tanto como en Alemania y sólo las decisiones verdaderamente importantes tienen por referencia al árbitro asistente. Eso sí, de la competición inglesa deberíamos de tomar nota de otros asuntos, como el rearbitraje de determinadas cuestiones una vez finalizados los partidos. Esas agresiones que el árbitro no ve en el campo o esos fingimientos que dañan al contrario sí se rearbitran y se sancionan porque también tratan de engañar el espíritu del juego. Pero ahí no quiere entrar nuestro fútbol.

Ahora, con el Mundial de Clubes llega otra ocasión de ver en su máximo esplendor la tecnología en el fútbol. El año pasado resultó un fracaso total, pero siempre se puede mejorar. Otro acontecimiento próximo será el Mundial de Rusia, donde también hay otra oportunidad de ‘engrasar’ el aparato.

Esta batalla que se suscitó en el fútbol español viene a demostrar que la lucha entre la Federación Española y la Liga continúa. El afán por controlar el desarrollo de las competiciones nacionales, por parte de unos y de otros, impera por encima de la pureza de cualquier torneo. Este afán viene ya de antiguo y, por lo visto, se perpetúa por los siglos de los siglos. Para cuándo, nos preguntamos, unos dirigentes medianamente honestos que no quieran controlar y manipular cualquier paso que dé nuestro balompié. Desde luego, Rubiales  –que estaba a la caída, por lo que se ve- tampoco es la solución a la errática marcha federativa. Su historial le delata y le señala como uno más de los directivos que han pasado los últimos años por el fútbol español y que ya deberían de estar en su casa, en el mejor de los casos.

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