Maradona
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El mundo del fútbol no habla de otra cosa en las últimas horas que de la muerte de Maradona, no en vano el argentino ha sido uno de los mejores jugadores de la historia del balompié. Y a ello llevaba unido un atractivo irresistible para los medios de comunicación. Un claro ejemplo fue el de hace un mes, cuando cumplió 60 años: se le dedicaron todo tipo de homenajes, especialmente en las redes sociales. Pelé, por esas mismas fechas, cumplió 80 años y no recuerdo una simple felicitación en ninguna parte (excepto nuestro artículo, naturalmente).

Está claro que hubo dos “maradonas”: el futbolista y la persona. El futbolista sobrepasó lo inimaginable hasta el punto de dejarnos para el recuerdo muchos de los mejores momentos de la historia del fútbol. Sobre todo hay que recordar los dos legendarios goles frente a Inglaterra. Otros muchos goles y jugadas llevaron su sello y el reconocimiento de quienes fuimos sus admiradores.

Maradona jugó en España en dos equipos: al Barcelona llegó cuando era jovencito y muchos señalan esa escala como el comienzo del deterioro de la salud del “diez” argentino.

Posteriormente, ya en la caída de su carrera, defendió los colores del Sevilla, en una aventura muy breve. Siempre contamos una anécdota de Nicolau Casaus, antiguo vicepresidente del Barcelona, que visitó en una ocasión el hogar de Maradona en Barcelona para llevarle un mensaje del club. Dijo Casaus: “Por lo que vi al llegar, no quise pasar de la entrada”.

Al abandonar el fútbol se dedicó, entre otras cosas, a entrenar. Y cumplió ese viejo adagio futbolístico por el cual los que fueron grandes jugadores fracasan como entrenadores, que, por cierto, se rompió con la figura de Johan Cruyff. Y, por ser él, llegó incluso a entrenar a la selección argentina. Fracasó pero en Argentina todo lo que hizo el “Pelusa” se le perdonó.

Irregular en las relaciones con los medios informativos, siempre tuvo algunos periodistas favoritos a los que les concedía entrevistas y les daba cierta confianza, siempre mermada por el grupo de acompañantes, al que todos achacan el deterioro de la figura argentina antes de tiempo. Recordamos aquel recibimiento a tiros a los periodistas que lo esperaban en la puerta exterior.

En la recta final de su carrera incluso llegó a entrenar en los países árabes, donde no aguantó demasiado tiempo.

Aquel no era su ambiente. Y tampoco era su ambiente vital, ya decadente los últimos años, en los que daba incluso apuro verlo en las pantallas de televisión.

Dejó mucho al fútbol, pero pudo haber dejado mucho más. Descanse en paz.

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