El factor común
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El factor común


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Nos quedan lejos ya aquellos métodos matemáticos de aprendizaje como el de sacar factor común en las ecuaciones o en los polinomios. Nosotros, en el mundo del deporte, también podríamos sacar factor común, que sería el dinero, y dentro del paréntesis podrían caber todo tipo de elementos siempre y cuando obtuviesen tajada económica de sus intervenciones o simplemente de sus presencias. 

Viene esto a cuento tanto por la serie de artículos que últimamente estamos sacando a la luz pública como los que se avecinan, pues todos tienen pinta de tomar el mismo camino. Todas las competiciones futbolísticas que hemos comentado las últimas semanas, desde la Supercopa de España hasta el Mundialito de Clubes (antiguamente, Copa Intercontinental) pasando por los torneos que directamente organizan tanto la UEFA como la FIFA (Mundial, Eurocopa o esa competición de la que ni nos acordamos su nombre y que clasificará cuatro selecciones para la fase final de esta última) tienen como factor común la consecución de la mayor parte de dinero que puedan, venga de donde venga. Es la nueva ola de directivos a nivel mundial, que cree que el fin justifica cualquier medio.

Pero no es en fútbol donde pasa esto únicamente. Hay muchos deportes y uno de los que más dinero mueve –porque sus protagonistas así lo exigen y porque los patrocinadores no dan un paso atrás- es el tenis. Estamos siguiendo de cerca estos días una nueva edición de la Copa Davis (la “Copa Piqué”, como la bautizaron muchos), esa que se celebra esta semana en Madrid y que va a procurar a tenistas y cuantos les rodean más dinero porque ese ha sido el único motivo por el cual se cambió el formato, que databa de hace más de un siglo. A cambio, desconcierto de partidos y horarios para el aficionado.

Las cifras de la nueva Copa Davis no están mal. La empresas “Kosmos”, de Piqué, tiene firmados los derechos de la competición para los próximos 25 años, con el respaldo económico de la empresa oriental “Rakuten”, que también patrocina al Barcelona de fútbol, entre otros, y que garantiza el éxito económico de la organización pues se estima que unos 176 países del mundo podrán acceder a ver el torneo por televisión, y con ello grandes cantidades de dinero para los creadores de esta nueva versión de la Copa Davis. 

Piqué y sus colaboradores han estimado conveniente dividir los premios económicos entre las federaciones participantes y los tenistas que tomen parte en el evento. Así, el país ganador de esta nueva Copa Davis recibirá 2,1 millones de euros para repartir entre los jugadores y 1,06 millones más de ingresos directos para la federación correspondiente. Los jugadores subcampeones se llevarán 1,5 millones de euros y su federación, 725.000, mientras que los tenistas semifinalistas se repartirán 1,3 millones de euros y su federación ingresará 643.000 euros más. Y así hacia atrás.

Después de esto, las declaraciones de los personajes quedan en segundo plano y suenan poco creíbles. Por ejemplo, Nadal ha dicho que no sabe si le gusta la nueva competición pero es casi seguro que cuando vea su cuenta corriente dentro de una semana estará convencido de la bondad del torneo de Madrid. Lo mismo le pasa a las manifestaciones del propio Piqué, que dijo que quería que las “Davis Cup Finals” fueran “las finales de la gente”, como si antes lo fueran de unas elites privilegiadas. 

Aquí, el único que ha ido de cara ha sido el tenista alemán Zverev, que dijo que no le gustaba el torneo y no se ha presentado en Madrid. Los demás, por unas causas o por otras están pasando por el “aro económico”. No somos hipócritas si decimos que nosotros, posiblemente, también pasaríamos por él. Y nos meteríamos dentro del paréntesis cuyo factor común es el dinero.

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