El fútbol profesional retoma su actividad después de la suspensión temporal de la competición liguera. Javier Tebas, presidente de la LFP, se empeñó en que la Primera y Segunda División se disputaran, ya que de lo contrario la hecatombe económica en algunos clubes sería catastrófica sin los ingresos de las plataformas televisivas.
Varios expertos apuntaban a suspender ambos campeonatos y borrar la temporada como si no existiera. Pero las cuentas no daban lo suficiente para la supervivencia y, sobre todo, para que los patrocinadores de la patronal futbolística no dieran un portazo después de todo lo invertido en promocionarse a cuenta del balompié.
Así que, teniendo la ‘experiencia’ de la Bundesliga alemana, el torneo español echa andar con muchas precauciones. La desescalada se hizo con el máximo rigor y con un protocolo que incluía pruebas de todo tipo para futbolistas y empleados, así como unas medidas de limpieza extremas con el fin de blindar a los equipos del Covid-19, ya que ni los medios de comunicación han tenido acceso a los jugadores salvo por medios telemáticos o redes sociales, como es el propio Whatsapp.
¿Y lo aficionados? Pues la mayoría se muestra muy en contra de que se disputen partidos sin poder animar a sus equipos. Algunos clubes han recurrido a la imaginación, como en Alemania, de cubrir las gradas con siluetas de sus seguidores.
Demasiadas víctimas por coronavirus en nuestro país y no está el horno para bollos. La Liga ha demostrado su poderío económico realizando test a todos los equipos de forma masiva. A pesar de ello, son muchos los aficionados que entienden que los sanitarios no tuvieron en su momento ese privilegio al sufrir también bajas durante la pandemia al encontrarse en primera línea.
Hoy el fútbol regresa por su propia supervivencia y lo hace sin público, algo lógico, porque el virus vino para quedarse.
