Nada sale bien en el Depor. Hay un montón de anomalías que nadie llega a comprender. El equipo necesita una victoria, un chispazo, para tratar de revertir tanta derrota, tanto empate y tanta apatía. Cualquier adversario, con muy poquito, nos hace daño. Ahora mismo somos el peor equipo de la categoría, un triunfo en quince jornadas, el plantel más goleado (27)... El caos.
También damos pena en otros aspectos. Así, uno siente tristeza al ver a los capitanes, acompañados por gente del club, dando explicaciones al acabar el partido a un grupo de aficionados en una puerta del estadio. A ello se une que Riazor registra una de sus peores entradas de la historia y Luis César, sustituto de Anquela, lleva un promedio peor que el jienense en el banquillo.
El consejo de administración entró en el club en su momento pero no trajo nuevas propuestas para evitar los mismos errores. Al contrario, la política deportiva se dejó en manos del mismo responsable en armar la estructura actual de la primera plantilla. Su fracaso en la pasada temporada le ha salido gratis ya que los directivos para solucionar esta cuestión no decidieron cambiar de arquitecto y por este motivo la deriva continúa.
