Un buen amigo, médico y deportivista hasta el peritoneo, me comentaba que espera vivir, por fin, un partido tranquilo en Riazor ante el Atlético de Madrid. ¿Tranquilo? ¡Carallo doctor, que el rival es el Atlético, no el Girona, con todos mis respetos, y mira la que nos liaron!
Luego se explicaba. El Depor tiene cinco puntos por encima del descenso, así que aunque se cayese en Riazor, no se bajaría un peldaño de esos que duelen mucho. El calendario da un parón liguero, con lo que el nuevo cuerpo técnico tendrá tiempo para trabajar y para que el equipo juegue con las ideas de Cristóbal y Manjarín más interiorizadas. Además, según mi querido galeno, es un choque en el que, a priori, no saldrás nunca como favorito, o sea que todo lo que venga a mayores, bienvenido sea.
Podemos apuntarnos a relajarnos un poco y disfrutar de un partido en el que, a priori, nunca saldrás como favorito
Y se dejó para el final lo más importante. El hecho de que el respetable acuda a Riazor con el talante previo a un encuentro que reúne todas estas características y sin riesgos añadidos para los maltrechos corazones de los seguidores blanquiazules.
¡Qué les voy a decir! Casi me apunto a relajarme un poco y disfrutar lo que se pueda del partido y ya tendremos tiempo para acelerarnos en otro momento. Si es recomendación médica... ¿no?
