Este sábado Riazor vestirá sus mejores galas para el enfrentamiento contra el Málaga, un partido en el que hay mucho por lo que ganar.
Mucho por lo que significa en la clasificación y para la autoestima de un plantel que ya recuerda con añoranza la última victoria. Por los miles de aficionados que poblarán las gradas del estadio con toda la ilusión del mundo por ver a su equipo conseguir el objetivo de la permanencia cuanto antes.
Por Mauro Silva, que estará en el palco de honor, donde corresponde a un referente del deportivismo, a un caballero dentro y fuera de los terrenos de juego y a un grandioso embajador de los colores blanquiazules.
Por los deportivistas que no podrán estar en el campo y seguirán con pasión y lejanía al equipo de sus amores. Por dar un nuevo golpe en la mesa para decir "somos el Depor, vamos a lograrlo entre todos, vamos a seguir creciendo".
En todos los partidos hay muchísimos motivos para darlo todo en el campo, para superarse en cada acción, para contagiar a la grada haciéndola partícipe de la ilusión y del ansia en pos del triunfo.
Pero hay ocasiones distintas, claves como la del sábado, en la que una victoria significaría muchísimo para todos los que conforman esa palabra única y maravillosa: el deportivismo. Es la gran causa de la tarde del sábado, la que mueve nuestro maravilloso y pequeño - gran mundo.
