Hay que exigir al Deportivo una victoria en la próxima jornada. El rival está descendido, la plantilla de Osasuna es inferior a la blanquiazul y el plantel se juega la opción de sentenciar la permanencia y dejar de hastiar al deportivismo. El equipo tiene que ganar, y punto. Como el aficionado vea que Osasuna le pone más coraje, estando descendido, como vea que no se mete la pierna, que no hay un ápice de agresividad, ante un rival 'muerto' (dicho con todo respeto para los navarros), la que se puede liar entre la afición es de cuidado.
La gente está quemada. Son varios años sin llegar a los 43 puntos, salvándose al final, pero mal. Con una imagen que te hace mirar para otro sitio. Torcer la cabeza y pensar en el futuro como bálsamo.
Pero hay que recordar que las temporadas que acaban mal, con dudas, con sensaciones negativas, suelen comenzar igual. Horrorosas. Ha quedado en evidencia que el proyecto deportivo, simplemente, no funciona. Mal que pese, no marcha. Es necesario acometer cambios drásticos. A grandes males, grandes remedios. Y acertar de una vez. Baile de jugadores, de entrenadores, de cedidos... Es necesaria la estabilidad para no tener que ver, como ayer y como siempre, a Bergantiños (bien por el capitán) apagando el incendio semanal.
